Conjugar en pasado y mirar para atrás no va mucho en el carácter de Willy Ledesma (Torremegía, 1989). Y mucho menos lamentarse por los condicionales. No obstante, esta temporada ya acabada para él ha sido cuanto menos rocambolesca y bien merecía un análisis de todo lo que le ha ocurrido al delantero extremeño. Desde su inesperada y precipitada salida del Extremadura, pasando por su lesión en el Córdoba hasta su parón por el covid-19.

Y viendo su historial en esta temporada, cualquiera pensaría que es mejor hacer borrón y cuenta nueva. Pero claro, el búfalo no es cualquiera. «Yo no pienso así, no creo que sea una temporada para olvidar. Las cosas tienen que pasar porque tienen que pasar, y hay que aceptarlas», sentencia Willy. Su fortaleza mental es inquebrantable y envidiable.

En enero entregó el brazalete de capitán del Extremadura, hizo las maletas en solitario y se marchó a Córdoba. «Ha sido una de las decisiones buenas que he tomado, me acogieron genial. Me marché allí porque iba a ser importante, creo que un jugador debe sentirse así y cuando llegué volví a tener esa sensación», señala el delantero. El objetivo del playoff se escapó por causas ajenas al fútbol.

«Llegué con muchas ganas de hacer cosas bonitas allí y se truncó por la lesión y, después, por el coronavirus. Eso sí es para olvidar. Tomar la decisión de la suspensión tuvo que ser complicado para la Federación Española de Fútbol, pero hay que aceptarlo. Nos quedamos con un sabor agridulce porque estábamos a dos puntos y yo estaba convencido de que íbamos a entrar. Toca mirar la siguiente temporada», resume Ledesma.

Córdoba o Castellón, las únicas ofertas reales que tuvo sobre la mesa. «Tuve una oferta de Castellón y la del Córdoba. Además del proyecto, la cercanía también fue determinante. Me tuve que ir solo allí porque mi hija no se podía cambiar de colegio y mi mujer estaba aquí trabajando, por eso también elegí irme hasta allí y la verdad que estoy muy feliz de la decisión tomada», revela.

Sin final feliz

No fue una decisión fácil para el máximo goleador del combinado de Almendralejo. «Me llegó la oferta del Córdoba, tuve un par de conversaciones con el Extremadura y me decanto por irme. Mi contrato terminaría en junio y ellos no me garantizaban renovar, al final tengo una familia y tengo que pensar en ella», argumenta. Ese fue el motivo, aunque la despedida de la leyenda no estuvo a la altura. En la frialdad de la sala de prensa y sin nadie flanqueando al capitán en aquella mesa.

«Me hubiese gustado tener otra despedida, creo que me vi un poco solo en ese momento. Las circunstancias fueron así, pero me hubiera gustado despedirme en el Francisco de la Hera con la afición. Los que tuvieron que estar, estuvieron, no hay más vuelta», lamenta el mito azulgrana, que asegura no tener «ninguna espinita clavada, ni en lo deportivo, ni con la afición, ni en lo institucional».

No obstante, y a pesar de su amor por el club de Tierra de Barros, su puerta, de momento, está cerrada a una posible vuelta si se consuma su descenso. «Atendería la llamada del club porque antes que nada somos personas, pero ahora mismo no vendría al Extremadura. Me debo al Córdoba y quiero hacer cosas allí, ya que tomé esa decisión quiero aprovecharla. Ahora mismo te digo que no, después habría que ver las circunstancias», apunta.

Voz autorizada

Voz autorizadaSi hay una voz válida para hablar de la delicada situación que atraviesa el Extremadura es Willy. «Veo todos sus partidos, tengo relación con muchos jugadores del vestuario porque son grandes amigos míos. Es complicado, tienen que ganar muchos partidos de los pocos que quedan, pero mientras las matemáticas no digan lo contrario hay que creer y ojalá consigan la permanencia», desea el Willy aficionado.

¿Y si el búfalo hubiese seguido? «Siempre me he caracterizado por ayudar al equipo y luchar el máximo por la camiseta del Extremadura, si es verdad que cuando juego el último partido el equipo se queda empatado con el que marcaba la permanencia, pero no sabría decirte si conmigo nos iría mejor o no, porque eso sería jugar a ser adivinos y eso en el fútbol no funciona», analiza. No obstante, algo palpable en el sentir de la afición de Almendralejo es la añoranza de esa llamada garra de la que anda sobrado Ledesma.

«Eso lo puede decir un aficionado, pero en un vestuario hay muchas cosas que no se saben y que pasan dentro. Creo que no soy juez de esas cosas, si mi figura es necesaria lo deben decir gente que sabe de fútbol y esté dentro del club, no yo», responde. Una afición que desde la lejanía valora a su futbolista, pero que también fue contundente con el jugador.

«Siempre me han motivado las críticas, pero si eran constructivas. Cuando se meten con tu familia o en el terreno personal cuesta más asimilarlas; pero creo que me he comportado bien en esas situaciones y siempre me han motivado para trabajar más y callar bocas», responde el jugador. Un Ledesma que sigue, ya en su casa, preparándose para cuando la batalla vuelva a reanudarse. Un Ledesma que seguirá peleando contra él mismo para demostrarse que aún le quedan años y goles.