El silencio en la central de Wimbledon, con sus gradas vacías, la pista sin red, y sin sus líneas pintadas sobre su impoluto césped, se hace sobrecogedor cuando se pasea por la instalación más centenaria de la historia del tenis.

Ese silencio no se romperá este año con el griterío de miles de aficionados que, el próximo 29 de junio, deberían entrar corriendo al recinto en busca de una localidad cuando, a las 10 de la mañana (horario británico), se abrieran las puertas de la 134 edición del torneo. Ese día Novak Djokovic debía ser el primero en pisar la inmaculada hierba de la pista como campeón del año anterior. Ni el número 1 mundial ni ningún otro tenista estará en el All England Tennis Club. Nadie podrá saborear fresas con crema o beber la tradicional Pimms. Wimbledon estará cerrado por el el coronavirus.

Desde el 9 de julio de 1877, cuando se creo el primer torneo para recaudar fondos para el rodillo con el que se cuidaban los campos de hierba, entonces de cricket, Wimbledon solo había sido suspendido en dos ocasiones. Cuatro años por la Primera Guerra Mundial (1915-18) y seis durante la Segunda Guerra Mundial (1940-45). Después de 75 años esta será la tercera vez que se cancela el torneo, obligado por la pandemia global que azota el mundo por el virus del COV-19.

La primera suspensión se vivió en 1915 en su antiguo escenario situado en Worple Road. Una guerra atroz obligó a la suspensión del torneo ante la falta de jugadores llamados a filas. Entre esos jóvenes, uno de ellos, cuatro veces campeón del torneo (1910 -1913) y finalista el año anterior a la cancelación (1914), el neozelandés Anthony Friederick Wilding, ya no volvería a pisar ese escenario sus pistas al morir en el frente bélico.

Anthony era un ícono y era guapo", explicaba su sobrina Anna Wilding, directora, actriz y corresponsal en Washington en una entrevista a la BBC (9 julio 2016). "Era como una estrella de cine, pero en la pista. El tenis nunca había tenido a alguien así, con esa combinación de encanto, decoro y aventura. Una estrella del tenis, apasionado del deporte, que también brilló en el cricket, en el rugby y como piloto de motos. Un Gran Gatsby, que atraía a reyes, reinas y primeros ministros, decía la periodista.

Campeón caído en el frente

Wilding se alistó a la Royal Navy como capitán y cuentan que Winston Churchill le pidió su colaboración en los servicios secretos británicos como conocedor de Francia por sus aventuras motociclistas por Europa.

Por primera vez tengo un trabajo que probablemente necesite una pistola, yo y todo el equipo volando al infierno. Sin embargo, si tenemos éxito, ayudaremos a nuestra infantería sin fin, escribió Wilding en su última carta, datada el 8 de mayo de 1915.

Al día siguiente Wilding murió en la batalla de Aubers Ridge, en Neuve Chapelle, cuando un proyectil explotó cerca del refugio en el que se encontraba. El conflicto bélico dejó más de 20 millones de muertos.

Wimbledon recordaría años después al primer tenista por el que los aficionados acudían en masa al All England Tennis Club de Londres para ver a Wilding en acción.

Bombardeos del Tercer Reich

El segundo cierre de Wimbledon, ya en el actual escenario en Church Road, fue un infierno para sus instalaciones y gente sobre el que los bombarderos del Tercer Reich lanzaban sus ataques. El 11 de octubre de 1940 cayeron más de 500 bombas sobre el tranquilo pueblo de Wimbledon y destruyeron 14.000 casas.

La huella de los bombardeos alemanes sobre Wimbledon / EL PERIÓDICO

Los bombardeos alemanes destruyeron la casa club y el techo de la central del All England Tennis Club que era utilizado, junto al Royal Club de Golf, cercano, para la defensa civil y militar, con un servicio de ambulancias, un parque de bomberos, dos bunkers para proteger a la población. En sus pistas se criaban vacas, cerdos, gallinas, conejos, patos para alimentar a la población civil.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Wimbledon recuperó su fisonomía y en el verano de ese año en sus pistas se organizó un torneo en el que participaron militares.

Pero no fue hasta 1946 que Wimbledon pudo abrir sus puertas y volver a la normalidad, después de siete años con la presencia de jugadores de solo 23 países. Por razones económicas y restricciones del gobierno británico se decretó que el servicio del personal de las instalaciones sería controlado por el ejército. Y desde entonces, aunque la medida se ha suavizado notoriamente, los militares siguen en la actualidad al mando de la seguridad del recinto.

Amenaza de boicot

Antes de la cancelación por el coronavirus, anunciada el miércoles por el AELTC, Wimbledon estuvo a punto de suspenderse en 1973, por un boicot de los tenistas contra la Federación Internacional de Tenis, que prohibió jugar a Nikola Pilic, por haberse negado a participar con el equipo de Yugoslavia, su país, en una eliminatoria de Copa Davis.

La decisión indignó a los tenistas profesionales, recién creada la ATP, que se negaron a jugar si no se levantaba la sanción a Pilic. Wimbledon y la FIT mantuvieron su posición intransigente y un total de 80 jugadores del cuadro masculino, de ellos 12 cabezas de serie no acudieron al torneo, entre ellos Manuel Orantes (n. 12), cuartofinalista el año anterior.

Los responsables de Wimbledon pudieron evitar el cierre gracias a la participación de los jugadores británicos y de la Commonwealth, que no se habrían clasificado en condiciones normales y otros, como Jimmy Connors o Bjorn Borg, que no respetaron el boicot junto a jugadores del bloque del Este a los que sus países obligaron a participar. Entre ellos, Ilie Nastase, capitán del ejército en Rumanía y, entonces, número 1 mundial y favorito aunque el ganador fue el checo Jan Kodes que se impuso en la final al ruso Alex Metreveli.

Ahora Wimbledon, por tercera vez en su centenaria historia y por culpa de un virus que tiene paralizado al mundo, se quedará en silencio y no volverá a abrir sus puertas hasta el 28 de junio del 2021 cuando se abra su 134 edición.