Ángel Fernández Juliá (Valencia, 6-8-1963) cumple mañana un mes como entrenador del Nissan Al-Qázeres Extremadura. 30 días en los que ha intentado propagar sus ideas en un vestuario que cuando llegó estaba muy agitado y al que todavía le quedan retos grandes por afrontar. Pese a la dolorosa derrota ante el Sant Adriá (95-69), su talante va calando: duro y riguroso en la pista, conciliador y socarrón fuera de ella.

-¿Qué balance hace de su primer mes en Cáceres?

-Aprobado. Nos hicimos un pequeño calendario de cuatro encuentros tras el de Girona. Ganamos a Gipuzkoa y Mann Filter en dos partidos que no fueron espectaculares, pero sí serios. Lo que no me esperaba era la derrota ante el Sant Adriá y cómo se produjo. Quizás no supe transmitirles lo que se buscaba en ese partido. Me quedo con un sabor agridulce y nos vemos con la obligación de ganarle a Valencia Basket para estar en zona de ‘playoff’. Luego ya llegará otra fase, tras la Copa, en la que no debemos fallar.

-¿En algún momento se ha arrepentido de venir?

-Me habían explicado perfectamente lo que iba a haber aquí. No me puedo arrepentir: estoy en mi país, en una muy buena ciudad y en un club con recorrido para crecer. Y sabía la plantilla que me encontraba, con las virtudes y defectos de todo.

-¿Qué le ha sorprendido más en este tiempo?

-Nada. He aprendido que, cuando hay una dificultad, no puedo quedarme a lloriquear. Hay que buscarle solución.

-Con usted desde el inicio, ¿dónde cree que estarían?

-Mi inicio es el día que llegué aquí. Si hubiera llegado cuatro o cinco meses antes, hubiera intentado cambiar algunas cosas con la directiva. Pero asumo la responsabilidad de lo que hay.

-¿Usted hubiera hecho la misma plantilla?

-Seguramente, pero un poco más larga. Las mismas jugadoras con alguna más. La Liga Dia es muy exigente e igualada. Ahora no voy a pedir ningún refuerzo porque es lo que hay.

-¿Qué le parece la filosofía del club de concentrar gran parte de su presupuesto en unas pocas jugadoras?

-No tengo ni idea de lo que cobran. Sí que es verdad que hoy en día tienes que tener una plantilla con ocho o nueve, que sí que había esa intención, pero por circunstancias se ha ido cerrando esa posibilidad. Quizás haya que darle más confianza a jugadoras como Silvia Romero que han tenido menos minutos. Y María Romero es un verdadero activo para el futuro: con 19 años, tiene que trabajar para mejorar en verano, tanto física como técnicamente. Esto que digo lo tiene claro el club.

-Pues muchos se cuestionan ya si ‘las de casa’ tienen nivel para esta competición…

-Lo tienen. Muchas veces no hace falta que las jóvenes sean del cinco inicial, sino que cumplan el rol de séptima, octava o novena jugadora. Hay que tener paciencia con ellas y buscar el tiempo en pista para que mejoren. María, Silvia y Elena (Corrales) son muy válidas. Ahora soy yo el que tiene que gestionar eso.

-Su antecesor, Jesús Sánchez, chocó aparentemente con Pao Ferrari y Gaby Ocete. ¿Cómo es trabajar con ellas?

-Nada más llegar tuve una conversación con Jesús. Es una persona de aquí, un entrenador del club, y me estuvo dando información y consejos con muy buen criterio. Lo que me dijo queda para mí. Mi relación con las dos es perfecta. Son muy buenas profesionales, pero, como todas, tienen su carácter.

-La ausencia de Paula Ginzo se notó mucho en Sant Adriá. ¿Estará para la Copa de la Reina?

-No voy a engañar a nadie. Contra Valencia no va a estar. Y para la Copa, tendremos que hablar con ella. Yo personalmente preferiría que estuviera muy bien para el siguiente partido, ante Bembibre, que es donde está nuestra liga, aunque tuviésemos que sacrificar que jugase ante el Perfumerías Avenida. Pero entiendo la ilusión que le hacen unos cuartos de final de Copa.

-¿Está contento con Akela Maize? Su rendimiento hace ya varias semanas que no es el del comienzo de la temporada...

-Es joven. Es la primera vez que sale de Estados Unidos. Humanamente hay que ayudarla y también en el juego. Aquí le pedimos más que en su equipo de la universidad. Y hay que ponerse en su lugar. Está sola y no habla nada de español. Echa de menos a su ambiente y eso afecta. Como dijo hace muy poco Pablo Laso, el jugador rinde más cuando es feliz.

-Se asegura que sus entrenamientos están siendo muy duros. ¿Cierto?

-Si no hay ritmo e intensidad, no puedes jugar a este deporte según ha evolucionado. ¿Dureza? Si terminan cansadas, que piensen en otras personas que trabajan ocho horas al día. Conforme se entrena, se juega. Hay que construir desde la defensa. Ya sé que es una frase muy dicha. No puedes consentir que te metan 95 puntos, como ante el Sant Adriá. El primero que hace reflexión y autoexigencia soy yo.

-¿Cómo es su vida en Cáceres?

-Salvo días de descanso, en los que he paseado por el casco antiguo, estoy mucho en plaza Europa, que es donde vivo. Me levanto temprano, planifico el entrenamiento con mi ayudante, Pedro (García)… No he hecho nada especial.

-¿Le gustaría continuar la próxima temporada?

-Ya no hago planes ni en el baloncesto ni en mi vida. Si intentas planificar la vida, la vida te planifica a ti. De nada serviría que dijese que quiero o no quiero seguir, sobre todo en nuestra profesión. Hay que vivir el día a día.

-¿Sería un fracaso no entrar en los ‘playoffs’ por el título?

-Sí, aunque si de aquí al final de la liga regular todas se resfrían… Tenemos un calendario con equipos de nuestra liga. Aunque no sé si fracaso, para no alarmar tanto, sino más bien no se habría cumplido el objetivo.

-Imagine. 3 de marzo, Vitoria. El Nissan Al-Qázeres pierde la final de la Copa de la Reina por una decisión errónea de los árbitros tras ver la jugada en vídeo. ¿Usted qué haría?

-Ojalá (risas). Me cabrearía, claro, pero a las 24 horas estaría contento por ser subcampeón de una competición así. El de la final de la Copa del Rey fue un buen arbitraje excepto cinco o seis errores en los dos últimos minutos. El último es el más sangrante: es claramente un rebote. Presión, tensión, ansiedad... en un pabellón lleno, pero debes tener personalidad. Es lo que tiene el baloncesto.