Yo voto NO a transformar el Club Deportivo Badajoz, hasta ahora una asociación deportiva, en una sociedad anónima. Sé que, en caso de ascender, será obligatorio hacerlo. Pero, precisamente por eso, no hay prisa, cuando ascendamos, o cuando haya una buena oferta sobre la mesa, nos transformamos. Parece obvio. Pero, mientras tanto, el club debe seguir en las mejores manos: las de sus aficionados.

Yo voto NO a vender el CD Badajoz a Premiumsport. Y aquí ya no hay ni dudas, ni plazos. Yo voto no, y me hubiera gustado votar sí. Habría votado sí, claro está, si se hubiera presentado una oferta cabal. Entre otras cosas, porque ya soy mayor y me queda menos tiempo de partido para ver a mi Badajoz en Primera.

Me hubiera gustado. Pero la oferta presentada no ofrece garantía ninguna. Repito, ninguna. Ofrecen remodelar el estadio, cambiar su apariencia, construir una ciudad deportiva, una residencia para futbolistas, relanzar el Trofeo Ibérico, traer equipos de Champions a su concentración de pretemporada en Badajoz y algunas otras maravillas como crear escuelas de fútbol del Badajoz en Madrid, Oviedo y Murcia (para empezar). Ofrecen, pero no dan garantías. Pero yo votaría sí, no por nada de eso, yo votaría sí si fueran capaces de responder a dos sencillas cuestiones: ¿quiénes son los dueños de la empresa que comprará las acciones de la sociedad naciente?

Por supuesto, quisiera saber sus nombres, pero, también y principalmente, cuál es su trayectoria, a qué se han dedicado y a qué se dedican. Y, una vez sabido lo anterior, ¿cuál es la experiencia de esas personas en el mundo del deporte? El representante de tales sujetos se negó de manera rotunda a contestar a la primera y, a la segunda, el actual presidente del Badajoz, Pablo Blázquez, acabó contestando que la experiencia era exactamente ninguna, y eso se llama inexperiencia. Pues así, queriendo votar sí, he de votar NO.

Comprendo que, ante tal derroche de fuegos de artificio, sean muchos los forofos dispuestos a vender. Sé también que son muchos los inteligentes y bien intencionados aficionados dispuestos a vender aunque intuyan que algunos de los billetes no pasan de estampitas. Creo que todos estamos de acuerdo en que un equipo de fútbol profesional no puede confiar su gestión eternamente a un puñado de aficionados. También parece razonable pensar que quien viene a invertir, o cuando menos a perder su tiempo a una ciudad que ni le va ni le viene, lo haga con la intención de ganar dinero, y eso pasa, imperiosamente, por ascender. Por otro lado, es evidente que nosotros, por nuestras propias fuerzas, no podemos ni remodelar estadios, ni construir ciudades deportivas, ni tenemos las muy importantes amistades de las que presumen los ofertantes. Pero el problema no está en cómo entran en tu casa, sino en cómo la dejan cuando se van. Antes o después, todos los inversores se van, aquí solo quedan los de siempre: Diego, Juan Calixto, Jesús, Jerónimo, Anselmo, Ino, José María, Arturo,… los que no podemos. Porque nosotros no podemos casi nada, salvo, quizá, decir no y soñar con que el Badajoz siga siendo de su gente, de la gente humilde; que el último de los aficionados siga siendo el primero de los propietarios. Nada más.

Por eso, y hasta que no venga un príncipe azul, con la cara descubierta, al que avalen en el mundo del fútbol sus hechos y no sus promesas, yo votaré NO. Hoy aún puedo votar no. Porque de ganar hoy el sí ya nunca volveré a tener el derecho de votar. Nunca más. Esta es mi modesta opinión. Ojalá cuando se presenten los compradores, si es que se presentan, resulten ser individuos seráficos, buenas personas y aún mejores gestores, nada me alegraría más. Palabra de blanquinegro. Mientras tanto, y, como no puede ser de otra manera, yo voto NO. ¡Aúpa Club Deportivo Badajoz!

(Nota: el autor es expresidente del Badajoz)