La primera jornada de la cumbre del G-8 en el lago Toya, a unos 100 kilómetros de Sapporo (Japón), sirvió ayer para que los miembros de este exclusivo grupo se reunieran con los líderes de siete países africanos invitados.

En la agenda estaba el compromiso de los países ricos para hacer posible que se cumplan los planes de desarrollo fijados por la ONU para combatir la pobreza y el hambre en Africa, aunque los invitados reclamaron, ante todo, que se frene la escalada de precios de los alimentos.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, urgió a los países ricos a respetar sus compromisos: "Cuando se trata del cambio climático (...) y de la crisis global de los alimentos, estas campañas deberían ser lideradas por los países industrializados. Ellos tienen la capacidad, tienen los recursos, y espero que los líderes muestren su voluntad política". En la misma línea se pronunció el primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, quién llamó a la unidad para hacer frente a los grandes problemas del momento. Por su parte, el presidente de Estados Unidos, George Bush, hizo referencia a la necesidad de medidas concretas para ayudar a Africa. "Me preocupa que la gente pase hambre. Seremos muy constructivos en el diálogo sobre el medio ambiente, pero hoy hay mucho sufrimiento en el continente africano. Ha llegado la hora de que los países ricos se levanten y hagan algo", declaró Bush.

AYUDA EUROPEA Los representantes de Argelia, Etiopía, Ghana, Nigeria, Senegal y Suráfrica están en Japón en busca de algo más que buenas palabras. Ayer el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció que la UE ha propuesto la creación de un fondo de ayuda agrícola de 1.000 millones de euros suplementarios en ayuda. Pero los países africanos también reclaman una solución a corto plazo al alza de los precios de los alimentos.