El candidato socialista a las elecciones lusas del domingo, Manuel Alegre, que está convencido de su victoria en segunda vuelta, es partidario de que Portugal y España adopten una estrategia conjunta ante la crisis de la deuda. En relación a la presión que Lisboa y Madrid sufren en los mercados financieros, Alegre aboga, en declaraciones a Efe, por "una mayor articulación de ambos países en el frente europeo" ante la actual coyuntura. El dirigente socialista de 74 años propone "reforzar una estrategia ibérica conjunta para combatir el foso entre los países periféricos y el centro europeo, concretamente en el combate a la especulación sobre los intereses de la deuda soberana". Alegre, principal rival del actual jefe de Estado luso, el conservador Aníbal Cavaco Silva, en las elecciones de este domingo, considera que un presidente debe "influir" en Europa para que se adopten medidas urgentes ante "los ataques especulativos contra los países periféricos", entre ellas aumentar el fondo de estabilidad financiera. "No me conformo con una visión de Europa que la reduzca a un gran mercado. La defensa del euro y del sueño europeo implica más coordinación, cohesión y solidaridad, además de nuevas fuentes de financiación, como los eurobonos", defiende el dirigente socialista en respuesta a un cuestionario de Efe. Europa debe además conceder "plazos suficientes para que la consolidación presupuestaria no comprometa la capacidad de crecimiento" y las medidas de austeridad no empujen a la recesión. Alegre, conocido también por su obra poética, recuerda que en el sistema constitucional luso, el presidente "no gobierna, pero tiene el poder y el deber de pronunciarse" sobre las amenazas contra la República, "tanto a nivel interno como internacional". En relación a la coordinación de acciones entre Lisboa y Madrid señala que España se ha convertido en el principal socio económico de Portugal y sus relaciones "tienen hoy una doble matriz, democrática y europea". Ante la votación del domingo, Alegre da por seguro que Cavaco Silva no será reelegido ese día y se cree capaz de ganarle en una segunda votación, dentro de tres semanas. "La segunda vuelta está abierta. Y en ella sólo habrá dos candidatos, yo mismo y el todavía presidente", subraya. El aspirante socialista desvaloriza los sondeos publicados esta semana, que le dan a él poco más del 20 por ciento de votos y auguran una clara victoria de Cavaco Silva, con varios puntos por encima del 50 por ciento necesario para evitar una segunda votación. "La campaña confirmó la bipolarización entre mi candidatura y la de Cavaco Silva", asegura Alegre, en referencia al poco apoyo de los otros cuatro candidatos, todos ellos procedentes de la izquierda y que suman en las encuestas poco más del 15 por ciento de votos. Su candidatura, argumenta el político socialista, es la que encarna los valores republicanos y "un modelo de desarrollo en que el refuerzo de la competitividad no sea a costa de reducir salarios, flexibilizar despidos y reducir derechos sociales y laborales". Alegre pone de ejemplo al ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva al asegurar que la "defensa de los derechos sociales potencia el crecimiento económico, y contribuye a aumentar el bienestar de los pueblos y la confianza en el futuro". "Portugal fue varias veces pionero en la Historia -señala- y nada impide que pueda volver a serlo buscando nuevas respuestas en vez de seguir las mismas soluciones que estuvieron en el origen de la actual crisis". El presidente, subraya, tiene la potestad "de promulgar y vetar las leyes", y garantizar que defiendan la Constitución -de la que Alegre fue uno de los redactores-, pero también hacer de "mediador político y social" para propiciar el consenso nacional ante las grandes cuestiones del país. Alegre, que lleva más de 40 años en la política y pasó por la clandestinidad y la cárcel durante la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar, se presenta por segunda vez consecutiva a la presidencia lusa. Ahora cuenta con el apoyo de su partido y del marxista Bloque de Izquierda pero en las elecciones de 2006, acudió como independiente y quedó segundo, después de Cavaco Silva y por delante del entonces candidato oficial socialista, Mario Soares. En su nueva pugna con el líder del centro-derecha luso, Alegre ha descalificado moral y políticamente al actual jefe de Estado al que acusa de representar "los grandes intereses" de la aristocracia económica lusa y buscar el desmantelamiento de los servicios públicos y los derechos sociales. La precariedad en que se encuentran los jóvenes, la promiscuidad entre negocios y política, y los problemas de la justicia minan la confianza en las instituciones, lamenta Alegre, que considera fundamental defender la honradez, la transparencia y la ética para sustentar la credibilidad de los políticos.