La locomotora de Europa está dando marcha atrás. Primero lo advirtieron los cinco sabios que asesoran al Ejecutivo germano, y ayer lo confirmó la Oficina Federal de Estadística. La economía alemana, la tercera mayor del mundo, ha entrado técnicamente en recesión --dos trimestres consecutivos de crecimiento intertrimestral negativo-- tras registrar un descenso del 0,5% de su producto interior bruto (PIB) entre julio y septiembre, que se suma el retroceso del 0,4% registrado entre abril y junio. No por prevista la noticia resulta menos dolorosa. El deterioro está siendo muy veloz, ya que en el primer trimestre se produjo un crecimiento del 1,4%. Se trata, además, de la primera gran economía europea que cae oficialmente en recesión y es la primera vez que Alemania padece una situación similar desde el primer semestre del 2003. Lo peor es que la caída ha sido más pronunciada del 0,2% augurado por el consenso de los analistas. "No podemos intentar cerrar los ojos de nadie. Se acercan tiempos difíciles para Alemania", reconoció el ministro de Finanzas, Peer Steinbrück.

La caída de la economía germana es una muy mala noticia para el resto de Europa, porque se trata del principal socio comercial de un buen número de países. En consecuencia, el pesimismo de los mercados financieros sobre las perspectivas económicas del continente ha aumentado y el precio de la deuda pública se está incrementando. De hecho, el mercado prevé que la economía de la zona euro se contraerá el 0,2% en el tercer trimestre, lo que la colocará también en recesión.

MENOS EXPORTACIONES La extensión de la crisis financiera a la economía real y a un mayor número de países es la principal causa de la recesión alemana. El país ha sido el mayor exportador mundial de productos desde el 2003 y ahora está viendo cómo su ventas exteriores se están desmoronando. A la menor demanda se sumó en los meses veraniegos el fuerte encarecimiento del petróleo y la fortaleza del euro.

Paralelamente, las importaciones crecieron de forma significativa y redujeron aún más la aportación de las exportaciones. En el lado positivo, el consumo privado y el sector de la construcción registraron una cierta mejoría, pero que resultó insuficiente para compensar el retroceso del sector exterior.

Los expertos auguran que la situación alemana mejorará en la segunda mitad del 2009, pero las perspectivas a corto plazo son muy sombrías. Los cinco sabios estiman que la economía germana cerrará el año con una expansión del 1,7%, pero prevén un crecimiento cero para el año que viene. El Gobierno de Angela Merkel es algo más optimista y vaticina una expansión del 0,2%, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) augura una caída del 0,8%. Para intentar dar la vuelta a esta situación, el Ejecutivo germano ha aprobado un plan de 32.000 millones de euros para reactivar la economía que fue aprobado ayer por el Parlamento. El paquete de medidas pasa por fomentar las inversiones públicas y privadas e incluye incentivos fiscales, entre ellos una partida de 20.000 millones para reducir las cotizaciones al seguro de desempleo y subir las ayudas familiares. Además, el Gobierno ha anunciado que los automóviles matriculados entre noviembre y julio del año que viene quedarán exentos de impuestos durante un año, que serán dos para los coches ecológicos. Merkel espera que el programa movilice inversiones de 50.000 millones de euros, pero no descarta que la iniciativa sea insuficiente. Michael Meister, vicepresidente del grupo parlamentario conservador, adelantó ayer que es posible que el Ejecutivo se plantee nuevas medidas a la vista de los "débiles pronósticos económicos".