Un tercio de las etiquetas con reclamos saludables sobre la naturaleza del producto son engañosos o inducen a error al consumidor tales como "sin sal añadida" o "sin colesterol", y resultan ser mensajes falsos en los alimentos o bebidas que anuncian en su envase contener "tonalin" o "pronutris". Así se desprende de un informe presentado hoy por la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) con el título "¿Alimentos que todo lo pueden? La realidad de las declaraciones nutricionales y de salud en el etiquetado".

Dicho estudio ha analizado en ochenta productos -lácteos, galletas, conservas, embutidos y zumos- 448 alegaciones o mensajes de reclamo sobre beneficios saludables o nutricionales, de los que el 58,9 por ciento no se ajusta a la normativa comunitaria en vigor desde julio de 2007 relativa a estas declaraciones en el etiquetado. Según este reglamento, un producto no puede anunciarse como "bajo en sal" si contiene en su etiquetado más de 0,12 gramos de sodio y solo podrá declararse que un alimento posee un "alto contenido en fibra" si contiene como mínimo seis gramos por cada cien.

Del total de reclamos, 139 inducen a error y son engañosos tales como "sin colesterol" o "sin sal añadida", un mensaje "muy frecuente" presente en envases de aceitunas, conservas o patatas fritas. Uno de cada tres reclamos nutricionales -los que hacen referencia a la modificación de un nutriente o sustancia que se añade o reduce- no se ajustan a lo que en realidad contiene el etiquetado de ingredientes como "bajo en sal", "bajo en calorías" o "alto contenido de fibra". La autora del informe, Yolanda Quintana, revela también que existen ocho "compuestos de fantasía", entre los que destacan el "tonalin" (Natur línea, de Central Lechera Asturiana); "pronutris" (yogures Essensis de Danone); "oleosan" (galletas Tosta Rica) o "sveltia" (donuts Bombón light).

CEACCU considera que "no está demostrado" que la presencia de ninguno de estos compuestos posea un efecto nutricional o fisiológico beneficioso, como tampoco existe verificación científica en mensajes de "ayuda al desarrollo de los huesos" o "estimula el sistema inmunológico". A juicio de Quintana, todos estos mensajes son "complejos", "confusos" y "profusos" -seis reclamos de media en cada producto analizado- por lo que el etiquetado se ha convertido en un prospecto que hace necesario "ir con un manual de instrucciones al supermercado".

"A mayor número de mensajes, mayor incremento del precio del producto", ha señalado Quintana, quien ha subrayado que esta subida puede llegar a duplicarse en el caso de los yogures. A juicio de CEACCU, solo nueve mensajes de las 448 analizados no contenían ningún incumplimiento y, en su mayoría, estaban presentes en los productos más calóricos y menos saludables.

Con todo, Quintana pone de manifiesto que la mitad de los consumidores está dispuesto a comprar estos productos con reclamos supuestamente beneficios para su salud y seis de cada diez reconoce estar de acuerdos con los mismos. "Todos estos productos no son necesarios para estar sanos", ha concluido Quintana quien aconseja a los ciudadanos que consideren que tienen alguna carencia nutricional acudir a un especialista y no sustituyan, pese a lo que lean en las etiquetas, las frutas, cereales o la leche por un preparado.