Ayer, finalmente, los últimos sindicatos de Alitalia, que representan a los asistentes de vuelo y personal de tierra (80% del total), firmaron los acuerdos necesarios para proceder al nacimiento de la nueva compañía de bandera italiana. Comportarán el despido de uno de cada tres de estos empleados, hasta más de mil personas, que se suman a los 7.500 excedentes ya previstos.

"No hay nada que celebrar, es un momento de dolor", dijo Antonio Divietri, presidente de AVIA, una de las ocho siglas sindicales. "Es bueno todo lo que acaba bien", comentó el jefe del Gobierno, Silvio Berlusconi, que controla el 49,49% de Alitalia. La nueva Alitalia podría despegar el próximo 1 de noviembre.

EMPEZAR DE CERO Los 18 socios de la Compañía Aérea Italiana (CAI), nombre provisional de la futura Alitalia, se reunirán este jueves para empezar a construir desde cero una nueva compañía de aviación, que cuenta con varios obstáculos. Cuando formalicen la compra de la sociedad, deberán establecer una discontinuidad empresarial entre la vieja y la nueva empresa, condición exigida por la Comisión Europea. Esto comportará que el erario público asuma la deuda de 3.000 millones de euros.

Los empresarios de CAI, ajenos al transporte aéreo, deberán elegir a un socio internacional, que será Air France-KLM o Lufthansa. Sea quien sea no podrá superar el 15% para no provocar el veto de la UE por razones de competencia. Las mejores condiciones ofrecidas a los sindicatos durante las últimas dos semanas de negociaciones obligarán a los nuevos propietarios a reajustar su plan industrial. CAI asumirá a 12.500 empleados de Alitalia, sobre 21.000, pero no está claro si podrá beneficiarse de la rebaja fiscal (50%) para quien contrata mano de obra en paro especial o regulación y que supondrían 200 millones en ayudas.

NOVELA POR ENTREGAS La privatización de Alitalia ha sido una especie de novela por entregas. En diciembre del 2006, el Ejecutivo de Prodi abrió una subasta pública para deshacerse del 49,9% de la compañía. Se presentaron cinco pretendientes, que se acabaron retirando. En septiembre del 2007, el Gobierno eligió a Air France-KLM como posible socio. Tras la oposición de los sindicatos al plan industrial, los franco-holandeses también se retiraron. El plante, en plena campaña electoral, llevó al candidato Berlusconi a defender que "Alitalia debía seguir siendo italiana". Ya como presidente, Berlusconi llamó "uno por uno" a 16 industriales amigos o titulares de concesiones estatales, a los que se añadieron otros dos, para que salvasen Alitalia. Se han comprometido a no venderla en cinco años.