En las monedas de euro --divisa en plena crisis existencial adolescente-- acuñadas en Irlanda aparece un arpa celta. Es la de Brian Boru, rey entre 1002 y 1014, que logró unificar a varios líderes locales para enfrentarse a los vikingos. Toda una prueba, la elección del símbolo nacional, de que los irlandeses hacen de su rechazo a verse doblegados una cuestión de honor y patria.

Otro Brian, de apellido Cowen y primer ministro, salió ayer a la palestra a tañer el arpa nacional y reiterar que su país no quiere acudir a la ayuda europea, por más que le presionen los grandes países europeos, con Alemania en cabeza. Y claro, como los mercados ya dan por sentado el rescate, pues se toman a mal todo lo que aparente ir en contra de sus expectativas.

Europa está en su versión jaula de grillos, una vez más, y ese desbarajuste disgusta a los inversores. Austria afirma que Grecia no está cumpliendo los ajustes prometidos y que no hay que darle más ayudas. Finlandia estima que el rescate debe ser la última opción y que no está para calmar a los mercados. Grecia critica a Alemania por proponer que los acreedores no lo cobren todo en caso de rescate... Y a todo esto va el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geither, y da un toque de atención: hay que actuar "muy, muy rápidamente". Sí, Estados Unidos, a la que Europa criticó duramente hace unos días por inyectar liquidez a su economía y debilitar el dólar, ahora tiene una oportunidad de revancha, que aprovecha, más que nada, porque Wall Street también tiembla por Europa.

De momento, los nervios han llevado a los Gobiernos a prometer nuevas reformas. El español, en apenas dos días, ha reafirmado su compromiso de abordar temas pendientes como la reordenación de las cajas, la reforma de las pensiones o su compromiso con la austeridad. Todo ello, para no verse arrastrados. Pero ya hay algunos analistas que exigen medidas y ajustes adicionales a España para alejarse del ojo del huracán.

De momento, la diferencia de la deuda española con la alemana de referencia volvió a escalar ayer por encima de los 200 puntos básicos. Y de forma automática e inversa, el Ibex 35 cayó el 2,46%, el mayor descenso desde agosto, hasta los 10.095,4 puntos. Algo más que la media europea (2,25%), pero menos diferencia que otras veces: la cosa está mal para todos.

En tanto que el dilema se resuelve, los valores caen. Sobre todo los bancarios, que siguen siendo los más castigados.