El debate sobre las pensiones capitalizó ayer un cruce de acusaciones entre el Gobierno y la oposición. José María Aznar empleó los viejos argumentos que el PSOE utilizó contra él para autoproclamarse como el mayor defensor del sistema público de pensiones y presentar a los socialistas como una amenaza para el futuro de las prestaciones.

El presidente del Gobierno dijo que la ley del fondo de reserva de la Seguridad Social es una garantía para que "nadie pueda meter mano" en lo que ha acuñado como la "hucha" de los pensionistas. Para el PSOE, la iniciativa del Gobierno de alargar el cálculo de las pensiones a toda la vida laboral supondrá en la práctica una "rebaja encubierta" para los pensionistas.

A SALVO DE GOBERNANTES

En pleno ambiente preelectoral, el acuerdo del Consejo de Ministros para limitar la utilización del fondo de reserva, que asciende a 7.370 millones de euros (1,22 billones de pesetas), permitirá, según Aznar, que las prestaciones "no estén sometidas a la decisión de los gobernantes". En opinión del ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, "es mejor ahorrar para la eventualidad de que el PSOE gane en el futuro".

En un acto con unas 800 personas mayores, Aznar recordó que cuando llegó al Gobierno en 1996, la Seguridad Social "estaba en quiebra" y tuvo que pedir un préstamo a la banca privada para pagar las prestaciones. "Nos propusimos sanear, garantizar y mejorar el sistema", dijo, mediante la bajada de impuestos y la creación de empleo.

REFORMA ENCUBIERTA

La iniciativa del Gobierno de calcular las pensiones de jubilación sobre las cantidades cotizadas a lo largo de toda la vida laboral ha encendido la alarma en el PSOE. El portavoz socialista, Jesús Caldera, declaró en Valencia que el proyecto del Gobierno es un intento más o menos encubierto de rebajar las pensiones.