Si las cajas de ahorro españolas deben desprenderse --aproximadamente-- de un 25% de su capacidad, eso quiere decir que les sobran más de 6.000 oficinas. Los procesos de integración abiertos entre varias de las instituciones de ahorro pondrán en el mercado un gran volumen de agencias. Sin embargo, ese excedente no colma las expectativas de la competencia. Los bancos españoles, que esperaban arañar cuota de mercado con lo que abandonen las entidades agrupadas en la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), ven muy poco interés en las oficinas que se propone cerrar o vender la competencia.

Un alto directivo de uno de los grandes del sector comentaba a este diario que su entidad no descarta adquirir oficinas de las cajas, "siempre que no sean las malas", decía. "El problema es que las cajas no se quieren desprender de las joyas de la corona". Desde su punto de vista, si las cajas no incluyen oficinas "buenas", es decir, con beneficios, será difícil que los bancos participen "en ese mercadillo". Pero apuntaba que en su caso el mercadillo no se ha abierto: "Todavía no nos han ofrecido nada".

DESARROLLO LENTO Pero es que el proceso va lento. Fuera de Cataluña, la comunidad donde los procesos están más avanzados, la única fusión que parece progresar es la de Unicaja, Cajasur y Caja Jaén, en Andalucía. Pero la cuestión es que ese retraso no será inocuo, pese a que se relativice desde algunos frentes del sector financiero. "Cuanto más tarde se haga la reestructuración, el coste será mayor", opina un alto ejecutivo de uno de los principales bancos del país. En algunos ambientes bancarios se piensa que el Banco de España no le pone el empuje suficiente para que el proceso se acelere. Entre otras razones porque las dificultades políticas y lo que en la banca se denomina "interferencia de las autonomías", ralentizan la integración.

Otro directivo bancario reconocía haber recibido una propuesta de compra de sucursales de un grupo de cajas, pero el paquete de sucursales a la venta no le pareció suficientemente tentador como para aceptarla. Ni la cifra de activos ni de clientes justificaban la compra.

No se puede presumir que las cajas darán el mismo tratamiento a sus excedentes. "Tenemos previsto poner en el circuito de comercialización de inmuebles los locales que han quedado o queden libres por el cierre de oficinas", comentó Miquel Simón, director de gestión inmobiliaria de Caixa Sabadell, una de las entidades que participa en la fusión con las cajas Terrassa, Girona y Manlleu. Estas entidades también contemplan otra salida: convertir las oficinas en API para vender esos mismos activos inmobiliarios junto con los pisos que han incorporado a su activo.

OTRA ESTRATEGIA No es esta, sin embargo, la única estrategia. Otra entidad con una fusión en marcha, Caixa Cataluña, no se plantea ceder las oficinas que queden libres a la competencia. Principalmente porque parte de las instalaciones de las que se desprende se solapan con oficinas de otra de las cajas que participan en la fusión. Venderlas a la banca supone traerse la competencia al barrio. Otra razón es que una parte del excedente se debe a la expansión, y las agencias son de alquiler.

Se da la circunstancia de que, en general, las oficinas abiertas más recientemente son también las menos rentables. "Se han abierto oficinas en cada promoción inmobiliaria, y no siempre las cajas han contado con los clientes para rentabilizarlas", comenta Francisco Javier Mena, catedrático de Economía de la escuela de negocios Esade.

4.000 LOCALES EN 10 AÑOS Sin duda, la última década ha correspondido con la gran expansión de las cajas. El sector acabó en el 2009 con unas 4.000 oficinas más de las que tenía en el 2001. Los bancos han cerrado ese mismo periodo con poco más de 200 sucursales. Digerir los excesos "presiona sobre la solvencia de las entidades", considera la consultora Pricewaterhouse, para lo que será vital seleccionar los activos de los que hay que desprenderse.