La zona euro se enfrenta a una recesión de una «magnitud y velocidad sin precedentes en tiempos de paz». Así lo advirtió ayer la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, antes de desvelar que su organismo prevé que la economía de los países de la moneda común se contraiga entre el 5% y el 12% este año como consecuencia del coronavirus. Ante esta situación, el consejo de gobierno de la autoridad monetaria decidió inyectar aún más liquidez masiva y barata a los bancos para facilitar el crédito y urgió a los Gobiernos nacionales a acordar una reacción conjunta más contundente ante la pandemia.

En una rueda de prensa a distancia, la alta funcionaria francesa destacó que la economía del euro cayó el 3,8% entre enero y marzo frente al trimestre anterior y podría desplomarse hasta un 15% entre abril y junio. Después vendrá una recuperación y normalización del crecimiento en los «años subsecuentes», pero su alcance dependerá del «éxito» de las medidas de confinamiento, de los efectos permanentes que sufran la demanda y la oferta, y del grado de acierto de las medidas públicas de apoyo a los ingresos familiares y el empleo. Lagarde se mostró confiada en que la zona euro no entrará en una crisis permanente, pero al mismo tiempo admitió que es «extremadamente difícil» hacer previsiones. A partir de mayo, las entidades tendrán siete ventanas para pedirle todos los fondos que necesiten a un precio del -0,25% (devolverán menos de lo que reciban) y con vencimiento entre julio y septiembre del próximo año. Además, bajó el precio de las inyecciones de liquidez ya en marcha y que están vinculadas a la concesión de créditos. Entre junio de este año y el del próximo, los bancos que no reduzcan sus préstamos podrán beneficiarse de un interés de hasta el -1%.