El Banco de España se sumó ayer a la catarata de organismos económicos que han rebajado las previsiones de crecimiento del país para este año y el siguiente ante el deterioro de la situación internacional y el desplome del mercado de la vivienda. La expansión será este ejercicio del 2,4%, siete décimas menos que su pronóstico inicial, mientras que en el 2009 se desacelerará hasta el 2,1%.

Los nuevos cálculos del organismo que preside Miguel Angel Fernández Ordóñez son notablemente más pesimistas que los del Gobierno, que pasan por crecer un 3,1% este año y un 3% el siguiente. El vicepresidente económico, Pedro Solbes, ratificó ayer estos pronósticos, pero admitió que "habrá que tener en cuenta" las nuevas estimaciones del supervisor, sobre todo de cara a los presupuestos del 2009.

El responsable del área económica del Gobierno recordó que sus previsiones se presentaron con la salvedad de que había "claros riesgos a la baja". Solbes reconoció que la mayoría de los analistas manejan cifras inferiores a las del Ejecutivo, en torno al 2,5%. Y añadió que su ministerio revisa dos veces al año las previsiones.

El Banco de España explica que ha decidido recortar sus pronósticos por el empeoramiento de la situación internacional, el fuerte encarecimiento de las materias primas y el "ajuste más pronunciado" de lo previsto en la inversión en vivienda, que afectará notablemente a la demanda interna, uno de los pilares del crecimiento de los últimos años. Además, advierte de que sus estimaciones están sometidas a "notables dosis de incertidumbre", ya que el alcance de la desaceleración mundial podría ser aún más pronunciado.

En el lado positivo, el supervisor sostiene que el menor crecimiento permitirá atenuar importantes desequilibrios de la economía, como el abultado déficit exterior, la alta necesidad de financiación del país y el elevado endeudamiento de las familias. Pero apunta que reducirá la inversión y el superávit de las cuentas públicas.