La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), el llamado banco malo, aumentó el año pasado sus pérdidas con un resultado negativo de 878 millones de euros, el 55% más que en el 2017. Los responsables de la entidad que asumió la parte más tóxica de los activos immobiliarios de la banca española atribuyeron el aumento de números rojos a «la competencia en el mercado institucional», con gran presencia de los fondos que vendieron con grandes descuentos que la Sareb no podía asumir, según su presidente, Jaime Echegoyen. Los resultados negativos contrastan con el aumento de actividad de la entidad de la compañía, que vendió el año pasado 21.152 inmuebles, la cifra más alta de su historia, y logró unos ingresos totales de 3.650 millones de euros (-5%). La Sareb elevó un 2% sus gastos operativos el pasado año, hasta 697 millones, mientras que canceló más de 2.114 millones de la deuda que emitió para adquirir los activos dañados a los bancos en crisis en el momento de su constitución.