Más de un testigo del caso Icsa-Inpacsa debe de estar temblando tras comprobar ayer cómo se las gasta el flamante letrado Javier de la Rosa en su nuevo papel de defensor de sí mismo. El financiero se enfrenta a una petición del fiscal de 17 años de cárcel por apropiarse cerca de 48 millones de euros (8.000 millones de pesetas), pero sus antiguos colegas de KIO no lo tienen tampoco fácil, al tener que lidiar ahora con los ácidos y mordaces interrogatorios del acusado.

El primero en probar las hieles del letrado De la Rosa fue el exconsejero de Torras-KIO Manuel Guasch, a quien sometió ayer a un auténtico bombardeo de preguntas plagado de sonrojantes referencias personales. Algún que otro abogado había comentado que la decisión de desempolvar su título de derecho obedecía al interés de De la Rosa por "evitarse la incomodidad de estar sentado en el banquillo". A juzgar por lo visto ayer, parece que serán otros los que sufran, a partir de ahora, esa pena del banquillo.

CAMBIO DE TONO

De la Rosa comenzó el interrogatorio de Guasch refiriéndose a él mismo en tercera persona, pero al rato se dio cuenta de que el yo tenía mayor poder intimidatorio. En ese tono directo y personal, le fue recordando que sus relaciones cuando ambos dirigían Torras-KIO eran más estrechas de lo que ahora sostiene Guasch. "¿No se acuerda aquel día que se vino usted conmigo en un avión Falcon 50 que nos dejó KIO al entierro de Trevor Ball (hombre de confianza de la oficina kuwaití de inversiones)?", preguntó con aplomo.

El improvisado abogado continuó zahiriendo la falta de memoria de su examigo. "¿Recuerda cuando tuvimos que pagar a Rafael Pérez Escolar (exconsejero de Banesto) y a José María Stampa Braun (abogado) para que no siguieran adelante con unas querellas, o cuando KIO le facilitó a usted 150 millones de pesetas para comprarse un barco de 300 millones?"

VUELCO DE TUERCA

Ante las evasivas del testigo, De la Rosa decidió dar otra vuelta de tuerca y le preguntó cómo llegó a la presidencia de Ebro. "¿No es verdad que usted se propuso como presidente cuando compró KIO la empresa?" La irónica respuesta de Guasch --"A mi me propuso el señor De la Rosa, cosa que me hizo mucha ilusión"-- acabó por incendiar definitivamente los ánimos del citado letrado antes amigo.

Harto de pamplinas, De la Rosa optó por tirarse a la yugular de su examigo y estrecho colaborador. "¿No recuerda aquella fiesta que organicé con la gente de KIO en la que todos íbamos vestidos de árabe menos usted, que iba disfrazado de presidiario?", le inquirió entre murmullos y sonrisas de los abogados y demás personal presente en la sala.