En la ronda de Cancún de los 148 países de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que acabó el domingo había mucho en juego. Según el Banco Mundial, un pacto que liberalizara los intercambios de bienes y servicios mundiales supondría invertir 500.000 millones de euros anuales a partir del 2015 y la posibilidad de sacar de la pobreza a 144 millones de personas.

La clave era eliminar los 300.000 millones de euros (50 billones de pesetas) que van cada año a subvenciones agrícolas y la supresión de aranceles, tanto en la agricultura como en la industria. Unos 900 millones de personas que viven con menos de un euro al día son agricultores de países pobres o en desarrollo. Sus estados no pueden competir en los mercados internacionales si los países ricos exportan productos a bajo coste. Sólo EEUU destina 10.000 millones de euros (1,6 billones de pesetas) al año en ayudas al maíz, 10 veces más que el presupuesto agrario de México.

Los pobres pedían eliminar en el 2005 cualquier subsidio, incluidos los créditos a la exportación. EEUU y la UE pactaron una propuesta más moderada. Las ayudas agrícolas se dividieron en tres: caja ámbar, caja azul y caja verde. La primera son ayudas directas a la producción --que distorsionan los precios del mercado--, la segunda son subsidios a la superficie cultivada y, la tercera, se refiere a subvenciones al agricultor, las menos perjudiciales para los precios.

EEUU y la UE sólo accedieron a eliminar las ayudas a la exportación de algunos productos. Para el resto, proponían reducciones. A cambio, pedían a los países en desarrollo suprimir aranceles con alguna excepción.

El sábado, víspera de la clausura, los países en desarrollo rechazaron el documento de la UE y EEUU. Los países africanos se fueron. No hubo posibilidad siquiera de tratar el resto de temas sobre subvenciones agrícolas. Los trabajos se han trasladado a una reunión que se celebrará en diciembre en Ginebra.

Los beneficiados han sido la UE y EEUU: mantendrán subsidios agrícolas por más tiempo.