El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra en una situación de división interna con escasos precedentes a cuenta de las medidas a tomar ante la desaceleración de la zona euro. Varios de los gobernadores de bancos centrales nacionales miembros de su consejo de gobierno han expresado públicamente su oposición a todas o varias de la batería de iniciativas adoptadas por el organismo en septiembre, como es el caso de los de Alemania, Austria, Países Bajos, Estonia y, en un gesto poco habitual, Francia. La publicación este jueves de las actas de la última reunión del órgano que decide la política monetaria del euro dan prueba de dicha división.

El documento muestra que "todos los miembros" del consejo de gobierno estuvieron de acuerdo en la "necesidad de actuar" ante el hecho de que la inflación siga lejos del objetivo de la institución (por debajo pero cerca del 2%), así como en instar a los Gobiernos con margen presupuestario a activar políticas de estímulo fiscal para combatir el frenazo económico. Pero a partir de ahí comenzaron las diferencias. "Se expresaron una serie de reservas sobre elementos individuales del paquete de políticas propuesto", apuntan diplomáticamente las actas, que en cualquier caso dan muestra de un grado de discordancia mayor que en encuentros anteriores.

Las mayores discrepancias se centraron en dos aspectos concretos: la reactivación de la compra de deuda pública y privada (20.000 millones de euros al mes) y la decisión de eximir a parte del dinero depositado en el BCE por los bancos del tipo negativo del -0,5% (que implica que las entidades reciben de la institución menos dinero del que dejan aparcado en la misma). De hecho, la alemana Sabine Lautenschläger, una de los seis consejeros ejecutivos del organismo, presentó unos días después su dimisión.

HALCONES Y PALOMAS

También hubo consejeros que, en sentido contrario, quisieron ir más lejos de lo aprobado finalmente. Algunos propusieron recortar ese tipo negativo que se cobra a los bancos en 20 puntos básicos en lugar de 10, hasta el -0,6%, y otros consideraron que las previsiones económicas del organismo son todavía "demasiado optimistas", teniendo en cuenta que se basan en que el 'brexit' y la guerra comercial entre Estados Unidos y China se cierren con acuerdos.

El consejo del BCE lleva años dividido entre los considerados 'halcones', partidarios de una política monetaria más ortodoxa y limitada, y los llamados 'palomas', favorables a que la institución vaya todo lo lejos que haga falta dentro de sus límites legales de actuación. Los segundos son mayoría y han conformado un núcleo de apoyo suficiente al presidente saliente, Mario Draghi. Los últimos pronunciamientos públicos de los primeros se han interpretado como un movimiento para marcar el terreno a su sucesora, Christine Lagarde, que asumirá el cargo en unos días.