El precio oficial del dinero es un cuarto de punto más caro que ayer. El Banco Central Europeo (BCE) decidió ayer elevar del 3,5% al 3,75 la tasa oficial de la zona euro. ¿La razón? Evitar que la inflación pueda crecer por encima de lo que los economistas de la institución monetaria consideran óptimo para la situación económica de la zona euro.

Como en las últimas ocasiones en las que el consejo de gobernadores del banco europeo ha decidido elevar los tipos de interés, el presidente de la entidad, el francés Jean-Claude Trichet, utilizó un lenguaje críptico para justificar la decisión adoptada. Según explicó, existen riesgos a medio plazo sobre la estabilidad de los precios y es obligación del banco evitar que suba la inflación en la zona.

"Dado el ambiente económico favorable, nuestra política monetaria continúa en el lado expansivo, con unos tipos de interés básicos moderados, un crecimiento monetario y del crédito vigoroso, así como una amplia liquidez en la zona euro en todos los parámetros posibles", respondió Trichet a las preguntas de los informadores.

Respuesta elíptica Cuando se le interrogó sobre si esa descripción de la situación económica dejaba abierta la puerta a futuras alzas del precio del dinero, el máximo mandatario de la política monetaria europea fue algo más explícito: "La expresión tipos de interés básicos moderados habla por sí misma", señaló Trichet. Es decir, sí.

Tras enviar ese mensaje a los mercados --lo que provocó una ligera depreciación del euro con respecto al dólar--, Trichet se refirió al mercado de la vivienda, tradicionalmente sensible a los movimientos del precio oficial del dinero. "El crecimiento de las hipotecas --explicó-- ha mostrado algunos signos de moderación en los últimos meses, pese a que continúa siendo alto".

De acuerdo con los análisis del BCE, en estos momentos se produce en el conjunto de los países del euro "un incremento en la tasa de tipos de concesión de hipotecas y un menor incremento en los precios de la vivienda en algunas regiones".

La mayoría de los expertos mantienen que la relación entre el precio oficial del dinero y su efecto en el sector inmobiliario será mínimo en esta ocasión. Entre otras razones, porque las hipotecas se rigen por el euríbor, un indicador que tiene variaciones diarias y que ya había anticipado la decisión que ayer adoptó el BCE. De hecho, el euríbor a un año, que sirve para actualizar la mayor parte de hipotecas suscritas y renovadas en los últimos años, estaba más caro a final de febrero de lo que lo estaba ayer.

También hay analistas que pronostican que el BCE volverá a subir los tipos de interés al 4% alrededor del verano (e incluso al 4,25% en el transcurso del año). Pero no hay unanimidad sobre la cuestión, ya que otros economistas sostienen que el BCE no proseguirá con una política de tipos de interés alcista. Quienes están de este lado argumental, fundamentan sus tesis en que, de seguir esa tendencia, se podría perjudicar a las principales economías de la zona euro (Alemania y Francia, sobre todo), que están abandonando una etapa reciente de parálisis.

A diferencia de otras ocasiones en las que una subida de los tipos de interés producía una cierta división de pareceres, ayer se produjo cierta unanimidad en el análisis económico. Tanto UGT como CCOO consideraron que, aunque el efecto pueda ser perjudicial para el endeudamiento de las familias, será positivo para el conjunto de la economía. "Necesaria", dijo un portavoz de CCOO, mientras que desde el sindicato de UGT se pidió "responsabilidad" tanto a los bancos como a las cajas.