El Gobierno alemán considera que la congelación de las pensiones y la consiguiente reducción de los ingresos a los jubilados es un sacrificio necesario para favorecer la creación de empleo en Alemania.

La ministra germana de Asuntos Sociales, la socialdemócrata Ulla Schmidt, afirmó que "se trata de una decisión dolorosa para todos" pero, en cualquier caso, mejor que subir las cuotas del seguro para cubrir el déficit de 8.000 millones de euros (1,33 billones de pesetas) del sistema de pensiones. La congelación de las pensiones en el 2004 se puede equiparar con "la realidad laboral de hoy, en la que muchos trabajadores deben renunciar a su incremento salarial anual", dijo.

El sacrificio que se exige a los pensionistas es considerado por los expertos como una muestra del fracaso del sistema y dio lugar ayer a numerosas protestas. Las organizaciones que representan a los pensionistas amenazaron con recurrir ante el Tribunal Constitucional. El presidente de la Asociación Social de Alemania, Walter Hirrlinger, afirmó que su organización "no puede menos que recomendar a los 20 millones de jubilados que piensen muy bien a quién darán su voto", dijo.

"Somos la generación que reconstruyó Alemania, la del milagro alemán, la que ha trabajado duro, la que ha cotizado regularmente toda su vida, y nos sentimos castigados y sin derecho a recibir una jubilación justa", dijo a este periódico Hans Sommer, un pensionista de Berlín.

Los jubilados no fueron los únicos que protestaron ayer contra las reformas, ya que lo mismo hizo el sindicato alemán de servicios Verdi, el más grande de Alemania. El presidente del sindicato, Frank Bsirske, dijo que las reformas puestas en marcha por el Gobierno socialdemócrata "acentuarán las diferencias sociales". Las propuestas necesitan ser ratificadas por el Parlamento.