La economía digital ha disparado las oportunidades de negocio pero también ha abierto una brecha en las haciendas europeas que ven cómo las grandes empresas y plataformas que operan en internet pagan cantidades ridículas en impuestos porque los sistemas tributarios no están preparados. Para subsanar esta situación, la Comisión Europea ha propuesto una tasa digital del 3% con la que recaudar 5.000 millones al año.

En la mente de Bruselas están gigantes como Facebook, Google o Instagram pero también plataformas como Uber, Booking o Airbnb que han conseguido crecer a un ritmo del 14% frente al 0,2% de las empresas tradicionales. El problema, alega la Comisión, es que las primeras están sometidas a una presión fiscal del 9,5% frente al 23,2% de los negocios clásicos. Es más, por medio de estrategias de planificación fiscal agresivas la factura fiscal puede ser todavía más baja creando desequilibrios y desventajas.

«Hay una desconexión entre el lugar donde se crea el valor y donde se pagan los impuestos», insiste la Comisión Europea que reivindica la necesidad de modernizar la legislación tributaria para adaptarla a los nuevos tiempos de internet.

La realidad es que solo el 50% de las grandes multinacionales digitales tienen empresas subsidiarias en otros países frente al 80% de las grandes multinacionales tradicionales. Para reparar esta situación, los planes de Bruselas plantean dos ideas. Para empezar una nueva tasa provisional del 3% -la propuesta inicial barajaba una horquilla de entre el 1 y el 5%- sobre los ingresos brutos derivados de determinadas actividades digitales que hoy en día no están gravadas.

Este es el caso de la explotación de datos de usuarios a través de la publicidad en línea, la venta de datos generados a partir de información suministrada por los usuarios o la utilización de datos por parte de intermediarios. Según los cálculos de la Comisión que han trascendido hasta ahora, la nueva tasa permitirá a los gobiernos europeos recaudar unos 5.000 millones.

Como todas las propuestas de fiscalidad para su aprobación en el Consejo requerirá de la unanimidad de los gobiernos europeos y es evidente que hay muchos países que no tienen ningún apetito de impulsar el debate. Empezando, por ejemplo, por Irlanda que es partidario de no mover ficha en este terreno hasta que haya acuerdo en la OCDE. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha decidido incluir el debate en el Consejo Europeo que arranca hoy en Bruselas para mantener una discusión política «franca». «La economía digital se ha convertido en un creciente desafío para nuestros sistemas impositivos, diseñados en un momento en el que la mayoría de las empresas tenían presencia física», señala el documento.