El curso político ha arrancado en Bruselas con una nueva polémica entorno al acuerdo comercial que negocian la Unión Europea y Estados Unidos -conocido como TTIP- desde hace tres años. Este pasado fin de semana el vicecanciller alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, daba por fracasadas las conversaciones y la respuesta en Bruselas no se ha hecho esperar: el objetivo sigue siendo cerrar un acuerdo con la administración de Barack Obama antes de finales de año.

“La Comisión negocia sobre la base del mandato unánime que los Estados miembros nos dieron en el 2013. Las negociaciones están en una etapa crucial. La Comisión está preparada para finalizar el acuerdo a finales de año”, zanjaba el portavoz del presidente Jean-Claude Juncker tras la marejada suscitada por Gabriel, que el pasado domingo proclamaba en la cadena ZDF que “los europeos no queremos tener que someternos a las exigencias estadounidenses”.

En opinión del Ejecutivo comunitario, pese a las vivas tensiones que suscita el acuerdo, la pelota no ha dejado de rodar y las conversaciones continúan progresando. La última ronda tuvo lugar en el mes de julio y la próxima, la 15º, está prevista para principios del mes de octubre en Estados Unidos. Es más, según el portavoz de Juncker, el presidente de la Comisión Europea preguntó durante la última cumbre europea a los Jefes de Estado y de Gobierno europeos si la UE debía seguir negociando y obtuvo “un nuevo mandato” unánime.

Desde Berlín, el portavoz de Angela Merkel, ha confirmado que la cancillera sigue apoyando el acuerdo y que “las negociaciones deben continuar”. Pero la división en el seno del gobierno de coalición alemán, formado por los conservadores de la CDU y los socialdemócratas del SPD, es evidente y el calendario electoral, de Alemania, Francia o Estados Unidos, así como las negociaciones del Brexit -salida de Reino Unido de la Unión Europea- ponen la tarea de crear la zona de libre comercio más grande del mundo cada vez más cuesta arriba.

Este mes de septiembre varios Estados federados germanos celebran elecciones y en un año afrontarán las legislativas. “El TTIP no debe ser sacrificado en el altar de la campaña electoral que empieza”, se quejaba este lunes el máximo responsable de la federación alemana del automóvil, Matthias Wissman. Pero el problema no está solo en Alemania. La vecina Francia también afronta elecciones presidenciales en mayo de 2017 y los partidos de izquierda se muestran inflexibles con un tratado de libre comercio que no les gusta.

El mayor desafío, no obstante, podría estar al otro lado del atlántico. Barack Obama abandonará la Casa Blanca en enero de 2017 y una eventual victoria de Donald Trump, el candidato republicano, a finales de este año podría darle la estocada a un acuerdo que tampoco le gusta.