En los últimos nueve años, el oro ha conseguido multiplicar por seis su precio en los mercados: ha pasado de 250 dólares la onza a finales del 2003 hasta los 1.258 en junio de este año. Esa espectacular evolución, la llamada burbuja amarilla , se ha producido aunque la demanda para joyería --en el pasado el principal componente del consumo-- se ha mantenido débil durante la crisis del crédito.

Es cierto que algunos bancos centrales han aumentado sus reservas en oro. "Hemos visto que algunos países, como China e India, han aumentado sus reservas de oro para diversificar sus reservas de divisas", explica Evy Hambro, codirector de inversiones del fondo Black Rock.

Pero ese cambio de estrategia sigue sin justificar la evolución del precio del oro en el mercado, pues tanto la demanda para joyería como la producción mundial tienden a reducirse. "Lo que no desciende es la demanda para inversión", destaca Jaume Puig, director general de GCV Gaesco.

Precisa- mente, opina, cuando los precios suben exponencialmen- te ajenos a la evolución de la demanda --los fondos de inversión son los grandes compradores-- es un claro síntoma de burbuja. Una circunstancia que fue apreciable en la exagerada escalada de precios que experimentó el petróleo hasta el 2009. Desde entonces, cayeron en picado. "Otro síntoma de burbuja, que volveremos a observar con el oro", vaticina Puig.