Queda mucho camino para que Detroit y Washington se unan, pero la Casa Blanca y los demócratas dieron ayer un paso imprescindible para acercarse. Los líderes de la mayoría en el Congreso y la Administración anunciaron que habían alcanzado "un buen acuerdo conceptual" respecto al plan de rescate de las grandes automovilísticas estadounidenses por el que General Motors, Ford y Chrysler recibirían un paquete de 15.000 millones de dólares como ayuda de emergencia.

Aunque la Cámara baja quería votar ayer la propuesta, para que esta pueda convertirse en ley, hace falta la aprobación del Senado. Y allí los líderes republicanos mantienen serias reticencias que reavivan los recuerdos de la tensa y compleja negociación y aprobación en octubre del primer gran plan de rescate público del sector financiero. La ayuda que se estudia ahora representa un mero 2% del plan de más de medio billón de euros aprobado entonces.

El acuerdo consensuado entre la Casa Blanca y los demócratas incluye --además de una participación en las compañías y el veto a dividendos y bonos a directivos-- el nombramiento de un zar. Sería elegido por el presidente, George Bush, trabajaría conjuntamente con el equipo de su sucesor, Barack Obama, y tendría la capacidad de forzar a las empresas a acogerse a la ley de bancarrota si no presentan antes del 31 de marzo planes de reestructuración negociados con sindicatos y acreedores. Al final, el plazo para negociar con el Gobierno un acuerdo podría extenderse hasta el 31 de mayo.

El consenso ha sido posible en parte porque los demócratas han accedido a varias concesiones. Una ha sido eliminar de la propuesta de ley algunas exigencias ecológicas, algo que indudablemente se sumará al desencanto de los defensores del medioambiente, ya frustrados porque el dinero, si se aprueba el plan, saldrá de un programa que debía ayudar a hacer fábricas y coches más verdes . Otra ha sido elevar desde los 25 millones de dólares hasta los 100 millones el tamaño mínimo de las transacciones que supervisará el zar .

El principal obstáculo que le queda por delante a la ley es el propio partido de Bush. Porque aunque los republicanos --que han sido excluidos de la negociación-- están en minoría en las dos cámaras, pueden complicar el proceso con sus votos.

EL LOBI DEL PRESIDENTE Bush se ha mostrado dispuesto a hacer lobi personalmente y ayer envió al Congreso a su jefe de personal, Josh Bolten. Pero algunos republicanos habían empezado ya a mover un plan alternativo en el que el Gobierno aseguraría inversiones privadas en General Motors, Ford y Chrysler. Esa propuesta exige también concesiones de los sindicatos y reestructurar la deuda.