El sector financiero español dio ayer dos visiones no ya distintas sino absolutamente confrontadas sobre el impacto que van a tener las incertidumbres desatadas por las hipotecas basura de Estados Unidos sobre su negocio y la economía española. A juicio de las cajas, las perspectivas no son nada halagüeñas, ya que solo ha aflorado la "punta del iceberg" de la crisis. Los bancos son moderadamente optimistas, pues estiman que el fenómeno de las subprime le es "externo y extraño".

Juan Ramón Quintás, presidente de la confederación de cajas de ahorro (CECA), dio muestra de su preocupación al instar públicamente a sus asociadas a incrementar las cantidades que dedican a provisiones, aun a costa de que su beneficio anual crezca un 15%, en lugar del 20% que podrían alcanzar. "Como no sabemos si la crisis financiera va a ir a peor, habría que aprovechar este excelente año para preparar un colchón precautorio", recomendó.

El líder patronal afirmó que hay "muchas posibilidades" de que solo se hayan percibido los primeros impactos de la crisis y de que estén por llegar "nuevas olas" de problemas. Las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo no son, a su entender, más que "aspirinas" para los síntomas.

En el otro lado del prisma se colocó Pedro Pablo Villasante, secretario general de la Asociación Española de Banca (AEB). "No estamos ante una situación que el sector no pueda acometer con normalidad y al ritmo que lo está haciendo: no veo esa necesidad de entender que el 2008 va a ser un año extremadamente negativo", remachó.

Quintás y Villasante coincidieron en dos cosas. En que las entidades españolas son las más preparadas para afrontar la crisis. Y en que la situación es propicia para que un gran banco español salga de compras, aprovechando la fortaleza del euro y la caída bursátil de las entidades anglosajonas.