El pasado enero, cuando la crisis solo había comenzado a asomar las orejas, Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid, se desmarcó de la prudencia imperante entre los financieros y advirtió de que la morosidad estaba llamando a las puertas de la banca e iba a "entrar en tropel". Desde entonces, los retrasos en los pagos han pasado desde el 0,955% del total del crédito hasta el 1,302% en abril. "No es que venga, es que ya galopa", constató ayer Blesa.

Las perspectivas son sombrías. Juan Ramón Quintás, presidente de la confederación de cajas de ahorro (CECA), auguró ayer que la morosidad cerrará el año por encima del 2,3% y alcanzará el 4% durante el 2009, un punto por encima de su anterior previsión. "Han cambiado bastante las previsiones respecto al próximo año, ya que parece que va a ser el peor de todos", justificó, en un encuentro financiero organizado por Caja Madrid.

PRECIO Y RIESGO Ante este panorama, Blesa y Quintás coincidieron en la necesidad de que el crédito se ralentice, hasta situarse en línea con la expansión nominal del producto interior bruto, que este año se situará entre el 5% y el 6%. "Va a haber que adecuar el precio al riesgo: el café para todos se ha acabado", dijo el primer ejecutivo de Caja Madrid. La falta de liquidez está llevando a las entidades financieras a deshacerse de su cartera de participaciones.