Las cajas no entonan un mea culpa público por su responsabilidad en la formación de la burbuja inmobiliaria, pero sí dan marcha atrás, de forma progresiva, en algunas de las prácticas que han contribuido a ella. En este contexto se enmarca el proceso de venta por parte de las cajas de las tasadoras, empresas encargadas de valorar los precios de los pisos y los terrenos en las operaciones de compraventa.

La mayoría de las tasadoras en España pertenecen a cajas de ahorros y bancos, lo que ha contribuido en los últimos años a elevar los precios y también a permitir que las entidades financien más del 100% del valor de las viviendas, en beneficio del cliente, que no realizaba ninguna aportación a la compra.

"Es lógico que las tasadoras estén desvinculadas de las cajas y bancos para garantizar su independencia y evitar malas prácticas", explica un directivo del sector financiero.

La primera tasadora que ha cambiado de manos es Tinsa, la número uno del sector en España, con una facturación de 121,5 millones de euros en 2008 y un volumen de activos valorados en 270.000 millones de euros. Su capital, en manos de las cajas desde 1985, se repartía entre la Confederación Española de las Cajas de Ahorros (12%), Caixa Nova (8,1%), Bancaja (6,6%) y una lista de hasta 30 entidades entidades financieras entra las que figura La Caixa.

El nuevo propietario es el fondo de capital riesgo estadounidense Advent, que ha pagado alrededor de 100 millones de euros.