China presta a Estados Unidos, a la decaída Europa y al tercer mundo. Billetes con la efigie de Mao llegan a todas las esquinas del mapamundi. El Banco Mundial (BM) muerde el polvo ante el nuevo banquero mundial oficioso: nadie dio más créditos a los países pobres en los dos últimos años que China.

Según un estudio del diario Financial Times basado solo en los anuncios públicos de los gobiernos y las empresas que negociaron con China, dos bancos chinos gubernamentales --el China Development Bank y el China Export Import Bank-- prestaron 81.000 millones de euros entre el 2009 y el 2010 a los países en desarrollo, frente a los 75.000 millones del Banco Mundial. Los préstamos incluyen operaciones petrolíferas con Rusia, Brasil y Venezuela, instalaciones energéticas en India, infraestructuras en Ghana y trenes en Argentina.

La crisis global ha congelado otras vías de financiación y ha despejado el camino a China, pero no solo el contexto económico explica el auge oriental. La banca china está ligada a Pekín y persigue intereses nacionales. El CDB, por ejemplo, trabaja en el suministro de las tierras y materias primas necesarias para la caldera económica y abre mercados a las compañías chinas. También internacionaliza el yuan, la moneda nacional: la mitad del reciente crédito a Venezuela de 20.000 millones de dólares fue suscrito en yuanes.

Los dos billones de dólares en reservas extranjeras de Pekín mejoran las condiciones del Banco Mundial y otros actores en asuntos de interés nacional. El presidente congoleño, Joseph Bikila, recordaba que posee el 32% de una empresa conjunta minera con China, cuando habitualmente las participaciones van del 7% al 25%. Tampoco es raro que China condone buena parte de sus préstamos. Perdonó hace poco la mitad del presupuesto del ferrocarril Tanzania-Zambia.

LA PROPUESTA La ayuda de China se cambia por materias primas y poder político. "Los créditos llegan con pocos requisitos. Por ejemplo, una compra de barcos chinos o una empresa nacional que construye una autopista", dice Michael Pettis, profesor de Finanzas de la Universidad de Pekín. La actitud del Banco Mundial hacia China se ha suavizado. En 1996, el entonces presidente, James Wolfensohn, criticaba los créditos chinos a dictaduras, obviando que su organización ayudó en los 70 a Uruguay, Chile y Argentina. Su sucesor, Robert Zoellick, fue más suave: "Con China hablamos constantemente de la forma de compartir la experiencia mutua en las ayudas al sureste asiático y Africa".

China ha estado donde está Africa hoy. Su éxito se ha basado en ignorar la fórmula occidental de liberalizar mercados y democratizar con urgencia. China prioriza carreteras y hospitales al debate ideológico, propone más intervención estatal, incentiva la inversión extranjera y cambia infraestructuras y tecnología por recursos naturales.

A finales de los 70, sumida en décadas de retraso, envió barcos con carbón, petróleo y otros minerales a Japón por 10.000 millones en tecnología e infraestructuras. "Se pueden hacer críticas justificadas a la forma de trabajar del Banco Mundial y China, pero la situación actual es positiva para todos", señala Pettis.