Los últimos datos confirman a China como la locomotora de la recuperación económica mundial. El gigante asiático acumula a finales de año indicios de que lo peor queda atrás: se disparan las importaciones, la caída de las exportaciones se frena y aumenta la producción industrial. A estas alturas es palmario que China superará el crecimiento del 8% prometido y que Occidente había juzgado inviable.

La media de importaciones y exportaciones creció en noviembre el 9,8%, la primera subida del año, situando al comercio exterior chino en los 141.300 millones de euros. Las exportaciones cayeron el 1,2%, el menor ritmo en lo que llevamos de año. El dato se interpreta como una recuperación del sector, apuntalado por el incremento de las órdenes de compra de EEUU y Europa. En el mismo periodo, las importaciones aumentaron el 26,7%, según la Administración General de Aduanas.

Las buenas noticias también llegan de la producción industrial, indicador que muestra la actividad de millones de fábricas y talleres del país, y que ha aumentado el 19,2% en comparación a noviembre del 2008. Los datos mejoran las expectativas de los expertos y muestran una demanda doméstica robusta. Las ventas al por menor han aumentado el 15,8%, y el índice de los precios al consumo subió el 0,6%, su primera alza del año. La inversión en activos fijos ha crecido el 32,1% a lo largo de los últimos 11 meses.

Detrás de la recuperación está el multimillonario plan de estímulo del año pasado y la flexibilización para la concesión de créditos. Estos han alcanzado en los 11 primeros meses de este año los 1,35 billones de dólares, el 55% más que el año anterior. La semana pasada, Pekín frenó las concesiones para enfriar sectores recalentados.

Para EEUU y Europa, Pekín carece de excusas para no revaluar su moneda. A pesar de las presiones internacionales, China no ha anunciado cambios en breve.