Obama quería que la reorganización de Chrysler bajo la ley de bancarrota fuera rápida, pero quizá no la esperaba tan rápida. La compañía, que inició el proceso el 30 de abril, esperaba ayer una decisión judicial en Nueva York sobre su plan de vender por 1.500 millones la mayoría de sus bienes a un grupo encabezado por Fiat. De recibir el visto bueno, la venta podría sacar a la firma de la bancarrota a principios de junio. Pero es una propuesta con retos y contaba con más de 300 objeciones de distintos acreedores. El consejero delegado, Robert Nardelli, aseguró que "la venta reforzará a la compañía a largo plazo" y sus abogados defienden que es la única forma de evitar desmantelar la automovilística.