La empresa confitera catalana, una de las primeras multinacionales que apostó por internacionalizar la actividad en los 90, ha decidido replegarse tras constatar que la fuerte expansión desarrollada pone en peligro sus finanzas y le dificulta mantener su estructura de capital familiar.

El grupo alimentario propiedad de la familia Bernat cerró el 2003 con una fuerte caída de las ventas. Los ocho millones de euros de beneficio del 2003 han sido insuficientes para reequilibrar las finanzas del hólding y enjugar las pérdidas de los últimos años, que en el 2002 alcanzaron los 15,3 millones de euros (2.546 millones de pesetas).

Para enderezar la compleja reestructuración del grupo, la familia propietaria se ha visto obligada a aportar ocho millones de capital social adicional, además de apoyarse en un crédito. En total, han inyectado 110 millones de euros (18.302 millones de pesetas) imprescindibles.

La dirección del grupo declina cuantificar la desinversión, aunque fuentes del sector señalan que la venta de activos industriales, propiedades inmobiliarias y la cesión de derechos de producción en Brasil, Francia, EEUU y China han supuesto una significativa recapitalización.

Desde que Chupa Chups llegó a China en 1994 ha invertido siete millones de euros en la red comercial y en un centro fabril en Shanghai. El pasado año, la firma cerró su red comercial en ese país, y comercializa sus productos a través de Tingyi, con el que ha creado un empresa conjunta y se ha convertido en propietario del centro de producción.

Si los representantes sindicales de la plantilla atribuyen el fracaso en el exterior a los errores de gestión, desde la dirección, Miguel Otero, su portavoz, prefiere referirse "al cambio de tendencia mundial en el negocio de la confitería" y a "los problemas con la coyuntura internacional" y "los tipos de cambio".

ESTRATEGIA La dirección de Chupa Chups ha modificado su estrategia en los dos últimos años. A mediados del 2002, los propietarios del grupo incorporaron a Juan José Pérez Cuesta, exdirectivo de Danone, como primer ejecutivo de la firma. Meses más tarde se produjo una reducción de empleo. En la actualidad, explica Otero, "la estrategia es de valor y no de volumen". El giro afecta también a la gestión comercial, donde Chupa Chups estudia adecuar sus productos a las nuevas apetencias de caramelos sin azúcar.

La dirección está dispuesta a afianzar el negocio del caramelo de palo, la línea de caramelos Smint y el Cremosa. Desde un punto de vista financiero, el reto es reducir la deuda, que al final del 2003, era de 45 millones de euros (7.487 millones de pesetas). El reequilibrio definitivo puede llegar con la venta de los terrenos de la factoría de Sant Esteve Sesrovires (Barcelona).