El acoso contra la economía española arrecia y todas las miradas se vuelven hacia el Gobierno en busca de un mensaje que cambie el rumbo de los acontecimientos. "Es adecuado que las autoridades reaccionen como hicieron en mayo", pidió ayer el Banco de España al Gobierno, resumiendo un sentimiento creciente fuera y dentro del país.

La rentabilidad de la deuda pública española a 10 años volvió a superar ayer el 5% y el diferencial con el bono alemán rebasó de nuevo los 250 puntos básicos, lo que sitúa en máximos la desconfianza en los títulos españoles. El debate en Alemania sobre si es necesario ampliar el fondo de rescate europeo, con vistas a una posible intervención de España, perjudicó ayer de nuevo a la economía. Ante esto, el clamor de representantes institucionales, políticos, empresariales y financieros se resume en un "hay que darse prisa" en aplicar las reformas anunciadas.

Urgencia es lo que ayer pidió el vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, tras admitir que "hay dudas sobre España". El mercado, explicó, se pregunta: "¿Va a ser capaz España de aplicar lo que ha decidido que hay que hacer?". Y esa duda, dijo, "hay que despejarla cuanto antes diciendo: hay determinación de aplicar exactamente los compromisos asumidos", informa Eliseo Oliveras.

La segunda duda es si el Gobierno "tiene algo más", además de los buenos resultados de los test de resistencia a la banca y las medidas ya conocidas. Y "lo que hay que decir --según Almunia-- es que España tiene una estrategia de crecimiento" distinta del ladrillo.

CONTAGIO El director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, defendió que la "dimensión" de los problemas españoles no es la de Irlanda y Grecia. El problema, añadió, es que cuando se producen problemas de "sospecha y contagio", los países con "debilidades" se colocan bajo la lupa del mercado.

España "puede llegar a ser víctima porque en el mercado las expectativas pueden terminar siendo profecías autocumplidas", advirtió. Ante esta situación, reclamó al Gobierno que persevere en la reducción del déficit y, sobre todo, que demuestre que "todo el país", tanto autoridades como agentes económicos, impulsan con "energía, claridad y decisión" las reformas.

Lo urgente es evitar "el riesgo de que todos entremos en pánico", resumió el presidente de la patronal bancaria AEB, Miguel Martín, en las mismas jornadas financieras del IESE. Su receta, de nuevo, fue profundizar "hasta el extremo" en lo ya anunciado y pisar el acelerador en las decisiones de austeridad.

"Estamos viviendo un precolapso financiero", advirtió el presidente de Banca Cívica, Enrique Goñi; "casi, casi en la antesala de una nueva crisis de liquidez", alertó. Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Santander, advirtió de que el diferencial de España está afectado "sustancialmente" al coste de financiación del banco.

Prisa y firmeza es lo que también pidió el martes en el Senado el gobernador del Banco de España. Miguel Angel Fernández Ordóñez reclamó premura en el desarrollo de la reforma laboral y en la reforma de las pensiones, y mostró su decepción por la decisión del Gobierno de posponer al primer trimestre del 2011 el proyecto de ley de reforma de la Seguridad Social. También reclamó más transparencia a las autonomías, pero el Consejo de Política Fiscal y Financiera apenas logró el miércoles el compromiso de los gobiernos regionales de dar trimestralmente sus cuentas a partir de mayo.

Por muchos derechos económicos y sociales que se recorten, los mercados "no se darán por satisfechos", pues ellos ganan dinero con los ataques especulativos, resumió ayer el líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo.

Zapatero se aferra a que se está cumpliendo el plan de austeridad y de reformas. El Gobierno no actúa al dictado de los mercados "ni de nadie", dijo ayer en Bilbao el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, en referencia a la reforma de las pensiones.