Conforme avanza el uso de las tarjetas, se modernizan los sistemas de pago electrónico. Algunas soluciones se centran en ceder al consumidor más control en el proceso de compra. Es el caso de las máquinas autoservicio de cobro, que pueden verse en Ikea o Alcampo, en las que es el cliente quien escanea los códigos de barras de su compra.

Menos conocidas son las tarjetas prepago, útiles para limitar el gasto, como en el caso de los padres que dan una asignación a sus hijos. Algunas empresas las usan en lugar de los vales de comidas. Hay, además, supermercados que han incorporado la firma digital, con lo que las tiendas no necesitan guardar los comprobantes.