La productividad que defiende la cancillera Angela Merkel como referente para los salarios ha entrado ya en los convenios colectivos españoles, aunque todavía de forma tímida. La adaptación a la española de la fórmula alemana está concebida en la mayoría de los casos como premio adicional al incremento de las nóminas basado en la inflación, aunque en algunos casos se prevé una subida salarial menor o la congelación si la empresa no cumple ciertos objetivos de facturación o de beneficio.

Los negociadores de esos convenios han resuelto algunas de las preguntas suscitadas ahora por la propuesta de Merkel. ¿Cómo se mide la productividad? ¿Quién la controla? La mejora del sueldo de los empleados de grandes almacenes depende ya del índice de ventas de comercio al por menor que publica el INE. Si el consumo del sector baja un 5% o más, solo se aplicará un 90% del incremento salarial pactado, según recoge un pacto anticrisis firmado por los empresarios y los sindicatos. A cambio, las empresas se comprometen a mantener el empleo fijo.

Es un ejemplo de las fórmulas mixtas que se están abriendo paso en la negociación colectiva que combinan el esquema habitual del índice de precios de consumo (IPC) previsto o real más un diferencial pero modulado por la evolución del negocio. "En general, la productividad se tiene en cuenta para determinar la mejora del poder adquisitivo por encima del IPC, y en algunos convenios también para modular el aumento pactado o como cláusula de inaplicación", asegura Juan Manuel Tapia, responsable de negociación colectiva de CCOO. En el caso de la cadena de supermercados valenciana Mercadona, los aumentos salariales pactados --que llegan al IPC real más el 2,4% en las categorías bajas-- queda sin efecto si el beneficio neto conseguido no llega al 1,5% de las ventas. La condición es que la compañía entregue al comité de empresa la cuenta de pérdidas y ganancias. El presidente y fundador de la cadena, Juan Roig, se ha convertido en un fervoroso defensor de aplicar el criterio de la productividad.

Además de una mayor transparencia, la aplicación de la productividad como criterio comporta "la participación en las decisiones de las empresas, como sucede en Alemania", según Tapia. Asimismo, el sueldo en función de los resultados es más raro en la industria. El grupo siderúrgico Arcelor acaba de dar un paso al pactar en el convenio una prima del 0,9% del salario supeditado a unos objetivos.

LA RECOMENDACION El convenio del sector petroquímico abrió el camino al recomendar a las empresas la implantación de un sistema de retribución variable individual adicional a los incrementos. Para ello, plantea objetivos "medibles, cuantificables y alcanzables" relacionados con el beneficio, la producción, el mercado, la calidad y el índice de accidentes de trabajo.