Pese a los crecientes riesgos e incertidumbres que afectan a la economía del euro, el Banco Central Europeo (BCE) elevó ayer su previsión de crecimiento para este año de los 19 países de la moneda común al 1,2%, después de aplicarle un fuerte recorte en marzo hasta el 1,1% desde el 1,7% que auguraba en diciembre.

La mejora se debe a que el PIB se expandió el 0,4% en el primer trimestre, el doble que en el cuarto trimestre del 2018 y más de lo que se esperaba. Sin embargo, los datos adelantados apuntan a un debilitamiento de la actividad en el segundo y tercer trimestre debido sobre todo a la industria, según ha revelado su presidente, Mario Draghi. De hecho, los economistas de la autoridad monetaria han revisado a la baja sus estimaciones de crecimiento para los dos próximos ejercicios: del 1,6% al 1,4% la del 2020 y del 1,5% al 1,4% la del 2021.

En cuanto a la inflación, la autoridad monetaria ha elevado su previsión para este ejercicio del 1,2% al 1,3%, después de revisarla a la baja en marzo desde el 1,6% de diciembre. Para el próximo la ha recortado hasta el 1,4%, mientras que la del año siguiente la ha mantenido en el 1,6%.

Los precios bajaron en mayo del 1,7% al 1,2% y la inflación subyacente, excluidos los componentes más volátiles, se situó en el 0,8%, en todos los casos muy lejos del objetivo y mandato del BCE de que esté próxima pero cercana al 2%.