Desesperados por una situación que parece no tener fin, a nadie le extraña que el mal chiste de George Bush sentara como un jarro de agua helada sobre los casi 740.000 hogares que han recibido notificaciones de embargo en el segundo trimestre del año en EEUU. "No puede haber crisis inmobiliaria en Dallas porque mi esposa, Laura, está por allí intentando comprar una casa", bromeó el presidente el viernes.

Desafortunado comentario el suyo, teniendo en cuenta que ayer mismo se presentaron los últimos y alarmantes números: una de cada 171 casas recibió notificación de impago, embargo o desahucio en los últimos tres meses. Y de estas 739.714 familias amenazadas, 220.000 fueron desahuciadas. Los datos son de RealtyTrac, consultora on line especializada en el mercado inmobiliario, demostrando que los foreclosures o notificaciones de embargo han aumentado un 14% respecto al trimestre anterior y un 121% en comparación con el mismo periodo del 2007. Y entre estos desahucios, un caso trágico: el de Carlene Balderrama, una mujer de 53 años que, incapaz de soportar la presión, se suicidó con el rifle de su marido el martes en Taunton (Massachusetts), 90 minutos antes de comenzar la subasta de su casa. Balderrama envió esa tarde un fax a su compañía hipotecaria en el que advertía: "Cuando empiece la subasta estaré muerta".

ANSIEDAD La situación está creando angustia en muchos de los 25 millones de estadounidenses que no podrán negociar mejores condiciones para sus préstamos. Para ayudar, el Senado votará hoy una ley (a la que se oponen los republicanos) que salvará del foreclosure a unas 400.000 familias.

"Los embargos han subido en 48 de los 50 estados y en 95 de las 100 principales áreas metropolitanas", avisa James J. Saccacio, de RealtyTrac. El estado más afectado es Nevada, donde una de cada 43 familias recibió una notificación de embargo.