Si el lunes fue el día del ¡sálvese quién pueda!, ayer le tocó el turno a Fuenteovejuna: ¡todos a una! Es la metáfora de una jornada en la que la Unión Europea (UE) se puso de acuerdo en cuál es el camino a seguir para vencer a las fuerzas del mercado, un mensaje que fue un bálsamo para las bolsas europeas. La Europa social plantó cara al desbocado capitalismo que ha dejado a sus bancos sin capital y al borde de colapsar toda la economía.

¿Cómo? Con dinero y política. Dinero destinado por algunos países para crear fondos de ayuda a la banca, evitar que se despeñen las entidades que están al borde del precipicio y, además, garantizar el ahorro de los ciudadanos en un mínimo de 50.000 euros y máximo de 100.000. Política en forma de decisiones conjuntas de los ministros de Economía (Ecofin) y pronunciamientos de los gobiernos en una conjura colectiva en defensa del sistema financiero.

Lejos de ese abrigo hace frío. Lo pueden atestiguar los islandeses, cuyo Gobierno se vio obligado a nacionalizar ayer el segundo banco del país y a darle crédito al primero.

MAS FONDOS Como en el drama de Lope de Vega, todos los europeos juntos quieren matar al comendador, salvó quizá el Banco Central Europeo, que se hace rogar para bajar los tipos de interés. España, por ejemplo, aunque es el único país sin siniestralidad bancaria, anunció que sus ciudadanos tienen garantizados los ahorros hasta 100.000 euros por entidad y titular. Un importante salto desde los 20.000 euros de antaño. La competencia desatada entre los diferentes estados ha forzado la radical decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero hubo más, había que restaurar la confianza en el sistema y responder a la pregunta más repetida en los últimos días: "¿qué hago con mis ahorros?". La solución fue anunciada por Zapatero: el Gobierno creará un fondo de entre 30.000 y 50.000 millones de euros para ayudar a que la banca vuelva a ejercer su función: dar crédito. En definitiva, volver a financiar la economía. Es más, el propósito último es que vuelva la confianza al sistema bancario.

Pese a la unidad europea, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, se mostró como el único político ligeramente discordante. Puso algún sutil inconveniente a la creación del fondo de 30.000 millones. Dijo que está a la espera de recibir más datos y apoyó la ampliación de las garantías de las cuentas bancarias.

CONTACTOS DIPLOMATICOS Los teléfonos rojos no han dejado de sonar en las últimas horas. A un lado y al otro del Atlántico, los dirigentes de las grandes potencias económicas siguen al minuto la evolución de la crisis financiera y el efecto de las soluciones aplicadas. Desde EEUU, Bush telefoneó ayer a sus homólogos británico, francés e italiano.

Los contactos entre los bancos centrales, que no paran de inyectar fondos en los mercados para evitar el agotamiento de la liquidez, son permanentes. Varios expertos europeos daban por hecho ayer que el BCE deberá bajar los tipos del 4,25% actual porque las aportaciones de capital que realiza no acaban de convencer a los mercados. Confían en una acción concertada por sorpresa en la que participen británicos y estadounidenses. En EEUU ya se da por probable que la Reserva Federal rebajará el precio del dinero para restar tensión en el mercado interbancario, en el que los bancos se prestan el dinero. Ben Bernanke, su presidente, dejó entender que bajará los tipos del 2% actual. Y, para sorpresa de propios y extraños, anunció que actuará como un banco más financiando a las empresas con un sistema equivalente a lo que en Europa se conoce como descuento de papel , un mecanismo por el que las compañías reciben como adelanto de los bancos deudas de sus clientes.

NUEVA YORK SE RESISTE El anuncio del banco central estadounidense, suplantando las funciones de la banca comercial, es sintomático de la profundidad de la crisis en aquel país. Y, de hecho, en esa situación se explica lo que sucede en Wall Street, que ayer se dejó el 5,11%.

En cambio, los parquets europeos sí que se aliviaron por las decisiones del Ecofin. Salvo Alemania, donde la intervención del cuarto banco del país (Hypo Real State) está siendo mal digerida por el mercado. No es de extrañar, pues, el mayúsculo enfado de su cancillera Angel Merkel con los irlandeses y los grandes financieros. "Proteger algunos bancos sin acordar la misma protección para las entidades internacionales que pagan desde hace tiempo sus impuestos en Irlanda supone una distorsión de la competencia, inaceptable desde mi punto de vista", les dijo a sus vecinos europeos.