A principios de los 90, el 12% de la inversión extranjera directa que se realizaba en Europa recaía en España. Diez años después, esta cuota ha bajado al 4,55% y la causa principal --según un estudio difundido ayer por la fundación de las cajas de ahorros, Funcas-- es el poderoso atractivo de los países del este de Europa, reforzados por su incorporación a la Unión Europea, hace ahora un año.

Funcas dedica el último número de Papeles de Economía Española a la ampliación europea. Un artículo del profesor Jaime Turrión sostiene que "en España se podría estar produciendo un efecto de desvío de inversiones a partir de la apertura de las nuevas economías del Este".

Los países más dinámicos han sido Polonia, Eslovaquia, Estonia, Hungría y la República Checa. Pero esta "relocalización" de inversiones ha beneficiado, sobre todo, a exmiembros de la UE. "Alemania, Polonia, Austria y Finlandia son claros ganadores, mientras que España, Portugal y Grecia, e incluso otros países del sureste --Italia y Francia-- son claros perdedores", como Gran Bretaña, dice Turrión.

Las multinacionales han decidido implantarse en los nuevos socios por "su proximidad geográfica del centro de Europa, la alta cualificación de su mano de obra, sus bajos costes laborales, su favorable situación fiscal y su gran capacidad de absorción de la tecnología", señala el autor.

"La ampliación no es el peligro. Son problemas de nuestra economía, por haber crecido sin haber avanzado en su forma de producir", explicó ayer el coordinador de la publicación, Francisco Javier Velázquez. Frente a esto, este economista defendió una mayor inversión en tecnología para lograr un país más competitivo, especializado en productos y servicios de calidad.

En otro artículo, se identifican los sectores de material de transporte, equipos eléctricos y electrónicos, caucho y materias plásticas como los que presentan un mayor riesgo de deslocalización.