La directiva comunitaria sobre cláusulas abusivas establece que "las cláusulas contractuales que no se hayan negociado individualmente se considerarán abusivas si, pese a las exigencias de la buena fe, causan en detrimento del consumidor un desequilibrio importante entre los derechos y obligaciones de las partes que se derivan del contrato".

"La protección que confiere la directiva se extiende a aquellos supuestos en que el consumidor no invoque el carácter abusivo de la cláusula contractual, bien porque ignore sus derechos, bien porque los gastos que acarrea el ejercicio de una acción ante los tribunales le disuadan de defenderlos", precisa la sentencia.