Para el común de los mortales, una decisión salomónica es aquella que queda a medio camino de los planteamientos de las dos partes sin satisfacer a ninguna de ellas. Pero, en realidad, el rey Salomón del Antiguo Testamento sí que se decantó. Dos mujeres dieron a luz al mismo tiempo, pero el hijo de una de ellas murió por la noche. Esta se acercó a la cama de la otra, que dormía, y le cambió el bebé. Al despertar, la segunda se dio cuenta y acudieron a que el rey determinará quién era la legítima madre.

El soberano de los judíos propuso partir el niño en dos y darle una mitad a cada una, a lo que la verdadera madre reaccionó renunciando a él a cambio de que no lo mataran. La decisión salomónica, en fin, no es más que una treta. Viene el relato a cuenta porque el Gobierno adoptó ayer una decisión salomónica: tanto en su sentido coloquial (apariencia de ecuanimidad) como bíblico (posicionamiento real a favor de una de las partes) con su plan para sanear el sector financiero.

La iniciativa --presentada como se presentan las cosas sobre las que se teme la reacción de los inversores: al cierre del mercado-- no deja contentas a las cajas de ahorros, ya que les empuja a convertirse en bancos o verse nacionalizadas, ni a los que exigían una actuación más contundente, ya que da a las entidades hasta el mes de octubre para adaptarse a los nuevos requisitos de capital, un plazo que juzgan demasiado laxo.

"Según estaba explicando el plan la vicepresidenta, he empezado a recibir llamadas de gente perpleja desde Londres", afirmaba ayer un experto. Habrá que ver cómo reaccionan hoy los mercados a una de las reformas más demandas para que España recupere su credibilidad.

De momento, tras la buena racha de las dos últimas semanas, las bolsas están entrando en un momento de indefinición y vértigo, ese estado tan común tras semanas de compras, que se pueden antojar excesivamente optimistas. La inestabilidad política en Irlanda y Portugal y los avisos del BCE contra la inflación no gustaron. El Ibex 35 se dejó el 0,13%, hasta los 10.815 puntos. Los principales selectivos europeos, en cambio, subieron... Pero la buena apertura de Wall Street evitó caídas mayores.

Eso sí, la prima de riesgo --diferencia de la rentabilidad en la compraventa entre inversores del bono español a 10 años con el alemán, indicador de la probabilidad de impago percibida por el mercado-- se mantuvo por debajo de los 200 puntos básicos. Un nivel que invita a seguir optimistas, siempre que la reestructuración de las cajas y la reforma de las pensiones convenza.