Algo pasa con el sector financiero. Todavía no es tan grave como para tirar de la socorrida y excesivamente manoseada cita de Shakespeare --el "algo huele a podrido...", de Hamlet -- pero sí desde luego preocupante. El mercado ha acogido con muy mala cara los resultados que los bancos cotizados españoles terminaron de presentar la semana pasada. Y ayer, lunes de Todos los Santos, les pasó factura.

Como cualquier día festivo, el volumen de negociación fue menor al de cualquier día normal y provocó una jornada caracterizada por la volatilidad, aunque no tan escaso como en otras ocasiones. ¿Por qué? Resulta que los resultados de las entidades han estado en línea o ligeramente por debajo de las previsiones. Nada alarmante, si no fuera porque esconden algunos puntos oscuros: una caída de los ingresos preocupante e inesperada y, sobre todo, unas perspectivas sombrías.

El impacto de la nueva y más exigente circular de provisiones por parte del Banco de España recupera el tradicional temor al ladrillo tóxico en sus balances. Y las malas perspectivas de la economía española acrecientan la sospecha de que los resultados del 2011 van a ser todavía peores que los del presente ejercicio por la pesadilla del desempleo, la morosidad y la falta de actividad. Algunos analistas ya han empezado a revisar sus estimaciones a la baja.

Con este plomo en las alas, el Ibex 35 se dio ayer un severo traspiés del 1,51%, hasta situarse en los 10.649,5 puntos. Una caída que vuelve a demostrar que el selectivo español se encuentra descolgado del resto de grandes indicadores europeos, que ayer subieron una media del 0,2%.

Ni siquiera la buena apertura de Wall Street, apoyada por algunos datos macroeconómicos esperanzadores (actividad del sector manufacturero y tasa de ahorro) sirvió para poder levantar el vuelo. Pero claro, resulta difícil despegar cuando dos valores que suponen en torno al 35% del selectivo van de cabeza al suelo. Sobre todo el BBVA, que se dejó el 3,6% y cayó a su nivel más bajo desde el pasado mes de julio. A los analistas no les ha gustado nada la evolución de sus ingresos y gastos y ahora tienen dudas sobre su interés por comprar una participación en un banco turco. Tampoco al Santander, que la semana pasada anunció que no cumplirá su objetivo de repetir el beneficio del año pasado, le fue bien (3,02%) durante la jornada de ayer.

Así las cosas, habrá que ver si, de ser positiva, la gran incógnita que se desvela el próximo miércoles al cierre del mercado europeo (el alcance de las nuevas ayudas públicas de la Reserva Federal estadounidense) va a conseguir sacar a la bolsa española de la tendencia al estancamiento bajista en que parece haberse instalado.