Sorprende a los analistas la extraña resistencia que está mostrando la economía española a la desaceleración mundial precisamente en un año como este, el 2016, que transita con unGobierno en funciones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de elevar medio punto la previsión de crecimiento de la economía española para el 2016, hasta el 3,1%, si bien este se desinflará hasta el 2,2% en el 2017.

Para el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, la cuestión es cuánto más estaría creciendo la economía con un Gobierno en plenas facultades. Sin embargo, otros se preguntan de forma más o menos irónica si no será que la economía española funciona mejor sin Gobierno. El Premio Nobel Joseph E. Stiglitz, que visita estos días España, opina que en ocasiones "es mejor no tener Gobierno que la certidumbre de una mala política".

VIENTOS DE COLA, REBAJA FISCAL Y MULTA

La economía española está sacando especial partido de los llamados vientos de cola (factores externos favorables) que, además, se han visto multiplicados por la doble rebaja fiscal adoptada por el Gobierno del PP en el 2015, en vísperas de las elecciones generales, a riesgo de sufrir una gravosa y humillante multa europea.

Tras una dura recesión, en la que la tasa de paro explotó hasta superar el 25%, la economía española está obteniendo provecho de factores tales como el hundimiento del precio del petróleo. La política de tipo de interés cero del BCE luce más en las economías altamente endeudadas, como la española. Además, los conflictos políticos y bélicos en las riberas del Mediterráneo han derivado millones de turistas a las costas españoles.

Todos estos vientos a favor se han visto redoblados con la rebaja fiscal, que ha inyectado más de 12.500 millones de euros en la economía desde enero del 2015, según datos de la Agencia Tributaria.

La rebaja fiscal ha echado leña al fuego del crecimiento pero, a cambio, la fuerte desviación del déficit público ha colocado a España en el brete de una multa europea que puede llegar a los 5.500 millones de euros y de la congelación de más de 1.300 millones de fondos estructurales. Aún se desconoce cuál será el precio que tendrá que pagar España por esta política fiscal tan expansiva en el 2016.

LA INVERSIÓN SUFRE POR LOS RECORTES

Las últimas macroinversiones extranjeras en España (en Gas Natural, Quirón Salud o Caixabank) demuestran que a pesar de las vicisitudes políticas, España no ha salido del radar.

Sin embargo la inversión en obra pública se ha desplomado el 20%. Más que a la interinidad del Gobierno, el freno inversor tiene que ver con el doble ajuste presupuestario que ha acometido este año el Gobierno en funciones para compensar el descontrol de las cuentas. En abril, se adoptó un recorte de 2.000 millones. En julio se decidió el cierre presupuestario del año, cuatro meses antes de lo habitual, echando así el cerrojo a cualquier nuevo compromiso de gasto.

MÁS MARGEN PARA EL DÉFICIT

El FMI augura ahora que España podrá cumplir los objetivos de déficit del 2016 (4,6% del PIB) y el 2107 (3,1%). Para ello, ha sido necesario que la Unión Europea haya concedido mayor margen a las desbocadas cuentas españolas, así como dos medidas ajustes (abril y julio) y cambios en el impuesto de sociedades.

El Gobierno construyó los presupuestos del 2016 sobre la base de un objetivo de déficit del 2,8% del PIB. La UE ha tenido que elevar el objetivo al 4,6% (casi 20.000 millones más) y para poder cumplirlo han sido precisos cambios en el impuesto de Sociedades para lograr 8.000 millones más de anticipos de las empresas en la recta final del año.