Japón sorprendió ayer con el último dato trimestral de crecimiento de su economía: el 0,8% respecto al cuarto trimestre del 2007 y un 3,3% en tasa interanual, según anunció el Gobierno. La cifra constata que se está consolidando la tendencia al alza de la economía nipona, por encima de las previsiones de los analistas. Las principales causas de esta bonanza han sido el incremento de las exportaciones a Europa y Asia, que han compensado el frenazo de la demanda estadounidense, y también un aumento del consumo interno de los hogares.

Es el tercer trimestre consecutivo de crecimiento en la segunda economía mundial. En el último trimestre del 2007, el producto interior bruto (PIB) japonés creció el 0,6% respecto al trimestre precedente, y del 2,6% en tasa anual.

Estos datos positivos, que evidencian una contundente resistencia de la economía de Japón frente a la crisis de Estados Unidos, se hicieron públicos un día después de la publicación del dato de crecimiento en la zona euro, que también sorprendió por su robustez, con un aumento trimestral del PIB del 0,7%. España fue una de las excepciones de esta buena marcha, con un leve crecimiento del 0,3%.

Las exportaciones japonesas aumentaron en el primer trimestre de este año el 4,5% y contribuyeron en cinco décimas al alza del PIB. Las otras tres corresponden a la demanda interior, básicamente de los hogares, que aumentó el 0,8% respecto al trimestre precedente.

CAE LA INVERSION La cruz de estos datos es la caída del 0,9% de la inversión privada no residencial, básicamente la dedicada al capital de las empresas, que había sido en los últimos años uno de los motores destacados de la economía japonesa. Este dato ilustra la prudencia de las empresas ante el crecimiento de los últimos trimestres y es el aspecto que pone más en duda que se pueda mantener el mismo ritmo durante todo el ejercicio.

Respecto a la inversión privada residencial, que en las economías europeas y sobre todo en la española fue la máquina del crecimiento, en Japón registró un alza del 4,6%, tras una caída espectacular de los permisos para nuevas construcciones registrada en el último trimestre del 2007 por la entrada en vigor de una normativa antisísmica.