No es la paz pero es una tregua y aunque no sea total sino parcial es significativa. El presidente de EEUU, Donald Trump, y el viceprimer de China y principal negociador del gobierno de Xi Jinping, Liu He, firmaron ayer con pompa y ceremonia en la Casa Blanca ante 200 invitados la denominada Fase uno de un acuerdo que pisa el freno a los 21 meses de la guerra comercial entre los dos países que Trump abrió en marzo del 2018 y que no solo ha afectado a la relación entre las dos potencias, sus economías y su población, sino que ha disparado la incertidumbre mundial y frenado el crecimiento global.

La mayor parte del acuerdo, de 94 páginas, detalla el compromiso de China de comprar los próximos dos años bienes estadounidenses por al menos 200.000 millones de dólares más que en 2017, incluyendo 32.000 millones en productos agrícolas, más de 77.000 millones en productos de manufactura, 52.000 en energía y casi 38.00 en servicios. El pacto plantea también elementos de apertura China a empresas estadounidenses, destacados en el sector de banca y servicios financieros, dedica dos páginas a prevenir la transmisión forzosa de tecnología e incluye el acuerdo de China a dar más protecciones y aceptar posibles castigos por apropiación indebida de secretos comerciales.

ARANCELES / Por su parte EEUU acepta no aplicar la última ronda de aranceles con los que había amenazado a Pekín y reduce a la mitad, del 15% al 7,5%, los que desde octubre afectan a importaciones chinas por 120.000 millones de dólares. Washington, no obstante, mantiene la mayoría de los gravámenes que afectan al 65% de las importaciones chinas en EEUU, un paso que en la ceremonia en la Sala Este de la Casa Blanca Trump definió como una «carta para negociar» en la siguiente fase de conversaciones, más complicada aún y que no se espera que concluya antes de las elecciones presidenciales en EEUU de noviembre.

Tanto Trump como Liu, que leyó en su intervención una carta de Xi, retrataron el pacto como «beneficioso para EEUU, China y el mundo». El presidente estadounidense, con la vista puesta en su segunda cita con las urnas, lo definió de «paso histórico» que acerca «un futuro de comercio justo y recíproco» en el que los dos países «juntos están corrigiendo los errores del pasado». Incluso dijo que el pacto parcial «es mejor» que el total que prometió. Trump tratará de sacar partido político de esta tregua. Llega en la víspera de la ratificación en el Congreso de su renovado acuerdo de libre comercio con México y Canadá. Y puede dar un respiro a los estadounidenses, que han soportado el principal coste de los aranceles.