El final plácido de las cotizaciones en Europa quedó truncado por un mal dato conocido en los primeros compases de Wall Street. Un indicador especialmente sensible para el modelo norteamericano, el índice de crecimiento de los servicios durante el mes de agosto fue peor del esperado. Y surgió el dilema: ¿es mejor una economía fuerte aunque suponga la subida de tipos, o seguir con la financiación de la Fed gratuita aunque el PIB siga renqueante? Se impuso, paradójicamente, la primera opción, la que hasta ahora era la temida tras tantos años de negocio rápido con financiación hiperbarata. Afloraron las ventas, que afectaron los corros europeos, donde se vuelve a dudar de la capacidad de los bancos para recuperar beneficios. El Ibex 35 retrocedió el 0,60% hasta los 8.899 puntos.