No veo ningún problema en que el dólar baje", comentó ayer el secretario del Tesoro de Estados Unidos, John Snow, en una clara señal de que la Administración estadounidense ha abandonado la estrategia de mantener la fortaleza del dólar a toda costa. El comentario del responsable económico del presidente norteamericano, George Bush, motivó que el dólar cayera hasta los 1,1001 euros, el cambio más bajo desde el 19 de marzo de 1999, dos meses y medio después de que la divisa europea iniciara su camino como moneda de cálculo.

La cotización se moderó más tarde. El Banco Central Europeo (BCE) fijó finalmente el cambio oficial en 1,0969 dólares (151 pesetas), igualmente, en la frontera de los 1,10 dólares.

Snow atribuyó la evolución del billete verde a la dinámica del mercado. "todo lo que hay en el mercado puede subir y bajar", dijo. La posición de EEUU no esconde que, en ocasiones recientes, la Reserva Federal ha tenido que auxiliar a la moneda. Ocurrió tras los atentados del 11-S.

Según los analistas, EEUU no tiene otra alternativa para impulsar su economía que la debilidad del dólar. "Con los abultados déficits corriente y fiscal y el continúo descenso del valor de las acciones no hay manera de que entren capitales en EEUU. La única forma es que suban las exportaciones, y eso sólo es posible con una moneda débil", señalaron fuentes del departamento de análisis de Deutsche Bank.

Además, no es previsible que mientras se mantenga la amenaza de guerra, la economía norteamericana consiga el impulso que dé nuevo aire a su divisa. Por contra, la fortaleza del euro perjudica a las economías europeas exportadoras, principalmente a Alemania, aunque, por otra parte, abarata la factura energética --que se paga en dólares--, en medio de la escalada alcista de los precios del petróleo.

EL BCE Y LOS TIPOS

El Banco Central Europeo (BCE), por su parte, recortará hoy los tipos de interés en, al menos, un cuarto de punto, hasta el 2,5%, según los analistas. El BCE quiere favorecer el débil crecimiento de los 12 países del euro y, sobre todo, de Alemania, estancada desde hace dos años y que según el instituto de investigación económica Ifo corre peligro de entrar en deflación (caída generalizada de los precios).