Un grupo de 40 empresarios e intelectuales portugueses ha pedido al Gobierno luso que frene lo que se cree "una invasión económica extranjera". La petición, a través de un documento denominado El Manifiesto de los 40 --que entregaron a finales de año al Ejecutivo luso--, nunca se refiere explícitamente a España, pero el texto ha encendido la polémica sobre la importancia de las inversiones españolas en Portugal.

El balance es revelador. España vende más a Portugal que a todo el continente americano, unas 3.000 empresas españolas operan ya en el mercado luso y hay sectores como la construcción dominados en un 25% por capital español. En el comercio, la presencia es cada vez más evidente, con Zara y El Corte Inglés a la cabeza. "Los recelos hacia España no son nuevos, pero la actual coyuntura económica ha hecho resucitar el miedo", dice Antón Costas, vicepresidente del Círculo de Economía.

El déficit público portugués llegó al 4,1% en el 2001, muy por encima del 3% permitido por el Pacto de Estabilidad. Para equilibrar las cuentas públicas, el Ejecutivo decidió acelerar las privatizaciones durante los próximos dos años. "No se trata de un manifiesto contra España. Lo que queremos es garantizar que se mantengan en Portugal los centros de decisión de sectores estratégicos", afirma António Nogueira Leite, catedrático de la Universidad Nova de Lisboa y autor del texto.

La presencia económica de Portugal en España se limita a las inversiones de sólo 250 compañías, entre las que destacan EDP, la concesionaria Brisa, la petrolera Galp y Sonae, promotora de centros comerciales. "Es una situación normal. España es, económicamente, seis veces mayor que Portugal", afirma el exministro de Economía Augusto Mateus.

Los firmantes piden al Gobierno poder competir en las privatizaciones en iguales condiciones que los empresarios españoles.