El ministro de Economía de Chile, Jorge Rodríguez Rossi, y el consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, fueron los encargados ayer de dar vía libre oficial al proyecto más emblemático de la eléctrica española en América Latina. Tras dejar atrás una inversión de 456 millones de euros (75.872 millones de pesetas) y una de las mayores polémicas medioambientales vividas en la región, la central hidroeléctrica de Ralco ha comenzado a servir energía a Chile.

De acuerdo con las previsiones de la multinacional española, este nuevo punto de generación permite suministrar electricidad al sistema eléctrico en una cifra equivalente al 6% del consumo chileno. Situada al sur del país, en la cuenca de río Bio Bio, la presa inaugurada ayer fue promovida hace más de 10 años por Enersis, compañía chilena propiedad de Endesa.

La polémica sobre el impacto medioambiental que suponía su construcción, al estar en una zona de alto valor ecológico, y el enfrentamiento con los indios peuenches, comunidad indígena pobladora de la zona anegada por el embalse, ha mantenido esta faraónica obra de ingeniería hidráulica al borde del colapso en varias ocasiones.

Tras años de negociación, la etnia peuenche aceptó dejar los territorios que habitaban desde hace siglos. Casi un centenar de familias mapuches, alrededor de medio millar de personas en total, han sido realojadas en otros terrenos adquiridos por la eléctrica en zonas próximas.

Endesa ha desembolsado 18 millones de euros (3.000 millones de pesetas) para dar a los indígenas mediante permutas de terrenos, construcción de viviendas, programas sociales y dinero.