El aumento de los tipos de interés tienen un efecto directo sobre la deuda familiar, que progresivamente se hace más costosa de saldar. Esa circunstancia ha abierto el paso a las empresas de intermediación financiera y a las firmas de capital privado que ofrecen productos que se encargan de integrar en la hipoteca el resto de los créditos de consumo de las familias. Desde luego, no es la forma más barata de lidiar con el préstamo, pero facilita el pago. Algunas fuentes estiman que entre el 20% y el 30% de las nuevas hipotecas incluyen ya la refinanciación.

Según datos de la Agencia Nacional de Productos Bancarios, esa práctica va en aumento, aunque en muchos casos se realiza al margen de las autoridades supervisoras. "A quien hace cinco años formalizó una hipoteca, tiene dos créditos personales y un par de tarjetas de crédito le queda poca capacidad de endeudamiento", comenta Luis Javaloyes, director ejecutivo de la Agencia.

EL CLIENTE SOLVENTE La banca tradicional aún no ha entrado de lleno en esta actividad. "Nuestro objetivo es el cliente que no va a producir morosidad", comenta Joaquim Coll, responsable del área comercial de Banco Sabadell. Esta entidad ha creado una división de consumo junto a General Electric. "Pero no se descarta el negocio definitivamente", comenta Coll. Entre otras razones, porque si en España la refinanciación ya supera el 20%, en Alemania alcanza el 80% y en países como el Reino Unido y EEUU prácticamente todas las hipotecas se constituyen a través de intermediarios.

En España, una parte de la refinanciación se realiza por medio de empresas proveedoras de capital privado que aplican "intereses salvajes y pueden acabar produciendo situaciones de riesgo", comenta Javaloyes. Reclama, además, que las entidades de supervisión financiera sean mucho más estrictas en el control de estas firmas. De hecho, el 5% de las refinanciaciones hipotecarias son operaciones de "alto riesgo", comenta.

La compañía de intermediación constata que muchas de las refinanciaciones usan como gancho publicitario la posibilidad de acceder a los créditos incluso a personas en situación de embargo en los registros de morosos. Destaca que detrás de ese gancho "se oculta un floreciente negocio que genera sustanciosas ganancias para el inversor y el intermediario, pero la ruina para el cliente".