Continua subida y con todos los gobiernos. España fue el país de la OCDE --organismo de los estados más industrializados del mundo-- que en términos porcentuales más incrementó el nivel impositivo de 1975 al 2004. Le siguieron Portugal e Italia.

En todo caso, tanto España como los otros dos primeros países cuentan todavía con un peso de los ingresos fiscales con respecto al producto interior bruto (PIB) inferior a la media de la OCDE, situada en el 36,3%.

El nivel de imposición con respecto al PIB entre los dos extremos de este periodo temporal de 29 años aumentó en 16,9 puntos en España, y se situó en el 35,1% en el 2004, según la OCDE.

Esto significa que 35,1 de cada 100 euros de la riqueza nacional fueron recaudados por el Estado en forma de impuestos y cotizaciones sociales. Esta proporción también está muy por debajo de la media de la UE de los antiguos 15 miembros, situada en el 40,5%, según la OCDE.

En España, el mayor salto se produjo en 1975 cuando, justo al final de la dictadura del general Franco, el nivel impositivo estaba casi 12 puntos por debajo de la media de la OCDE. Desde ese año hasta 1990, esa variable aumentó 8,7 puntos.

Tanto al final del Gobierno del PP como durante el primer año del PSOE, la presión fiscal subió. En ambos casos se atribuye el aumento a la bonanza económica y al consiguiente ensanchamiento de la base de contribuyentes. Las formas en las que los gobiernos recaudan su dinero a través de impuestos siguen siendo muy variadas en la OCDE.

La OCDE ataca en su estudio algunos de los principales argumentos de los opositores a la globalización. Así, el organismo internacional niega que la liberalización de los intercambios comerciales acarree la destrucción o la fuga de empleos hacia otros países. "La globalización no implica una fuga acelerada de empleos del sector manufacturero y de la agricultura a los servicios", afirma la organización.